lunes, 29 de julio de 2013

El Gnomito está malito

Hoy es lunes, me siento agotada y con el ánimo muy bajito.

Resulta que Papi a veces tiene que viajar por trabajo. Y resulta, que por algún extraño motivo, al Gnomito le da por ponerse malo justo cuando Papi se va. Ya nos ha pasado varias veces. Y este fin de semana, otra vez.

Resultado: Papi a miles de kilómetros, preocupado y sientiéndose en el sitio equivocado. Mami hecha un mar de dudas, de no saber qué hacer, de sufrir por ver malito al peque, y agotada por tener que ir a trabajar.

Ayer Papi tuvo que coger un vuelo bien temprano. El Gnomito había tenido algo de fiebre por la noche pero por la mañana estaba bien. Nada preocupante. Papi se fue con la mosca detrás de la oreja, pero más o menos tranquilo.

Fue al despertar de su siesta cuando le noté arder, pobre mío. Le di Apiretal con mucho miedo, ya que el Gnomito es de esos niños a los que el Apiretal les provoca arcadas y si ha comido recientemente lo echa todo fuera. Entre arcada y arcada, gota a gota, conseguí que se lo tomara. Además le di un bañito y enseguida se recuperó. Es increíble el efecto del Apiretal, alias "resucitaniños".

Pasamos la tarde bastante bien, de hecho vinieron algunos amigos y hasta salimos a dar una vuelta. Entonces, para fastidiar ese rato de tregua que nos estaba dando la fiebre, no se me ocurre otra cosa que darle una patata frita (de las de bolsa) al niño...total, como ya tiene dominado el pan y las galletas, pues que vaya practicando con otro tipo de sólidos. MAL MAL MAL. Se le debió quedar pegado un trocito de patata y empezó con las arcadas, y ALAAAA! toda la merienda fuera. En su ropa y en la mía. Menos mal que estábamos al lado de casa, tuvimos que subir a cambiarnos. Bajamos de nuevo a la calle.

Otro buen ratito sentados con los amigos en una terraza. Que si andando para allá, para acá (cogido de mi mano claro), que si me subo los escalones del bar, que si súbeme a la moto de monedas. Sin parar. Hasta que de repente quiere brazos. Cosa rara en él. Se me va acurrucando y él solito se me queda frito. Yo sigo charlando un rato más con los amigos, pero mientras duerme empiezo a notar cómo se va recalentando...Horror!! Vuelve la fiebre, solo 4 horas después del Apiretal!!

Ale, nos vamos para casa. Y ahí estamos. 38,5 de fiebre y el Gnomito y yo solos en casa. Ahí empiezan las dudas. Qué hago? En el prospecto pone que se le de Apiretal cada 6 horas, solo han pasado 4 pero está con 38.5. Le doy? No le doy?. Papi, qué hacemos? Ay no, que Papi está a miles de kilómetros.

Decido darle un baño a ver si le baja un poco y así hacemos tiempo a que pasen esas 6 horas. El baño le espabila un poco, hasta juega con sus muñecos. Le tengo un buen rato para que se refresque bien, pero al final me alza los brazos para que le saque. Me lloriquea. Está muy ñoño. Le miro: 38.2. Ha bajado algo pero aquí va a hacer falta medicina.

Después de haber vomitado toda la merienda el Gnomito estaba muerto de hambre así que se tomó su tanque de leche con cereales de un trago casi. Bien, tiene apetito, es buena señal. Y está muerto de sueño, así que llegan las dudas de nuevo. Han pasado 4,5 horas desde el Apiretal. Qué hago, espero las 6 horas? Para entonces llevará hora y media dormido y tendré que despertarle para darle la medicina, además igual ya tiene la fiebre más alta para entonces. Y si no espero, pasará algo? Papi, qué hacemos! Joderrrr! que no está Papi! Bueno, pues ale vamos a darle la medicina y que descanse. Claro que como el Apiretal le da arcadas y acaba de llenarse el buche, mejor le doy el Paracetamol en supositorio.
Momentazo Mr. Bean. Decido tumbar al Gnomito en mi cama, que ahí puedo hacerle un placaje para que no se mueva. El primer supo se me parte por la mitad. Mierdaaa! lo dejo en el suelo. Cojo otro supositorio y consigo sacarlo, no sin dificultad, sin romperlo. Venga hijo, que te cojo las piernas, te abro el culete y pa dentro. JA! no me lo iba a poner tan fácil claro. El niño empieza a revolverse, a girarse, a quejarse, y yo con sus piernas cogidas con una mano y el supositorio en la otra. Cómo narices le abro el culete si no tengo más manos? Al final hice uso de todo mi cuerpo, le hice una llave de judo para inmovilizarle, y por fin, consigo meterle al pobre el supositorio, y claro, hay que apretarle los cachetes para que no lo expulse, pero en cuanto el niño se vio medio libre ya le tenía gateando por la cama. Bien, tú gatea, pero yo te persigo apretándote el culillo no vayas a echar el dichoso supositorio. Y en esas...NOOOO! he pisado el supositorio que se me había roto antes. Ahora tengo una pequeña plasta pegada en el suelo.

Tras unos minutos de esa guisa, doy por ganada la batalla del supositorio. Bien!! Para facilitar las cosas, el peque se quedó dormido enseguida, aunque yo tenía mis dudas dada la lucha cuerpo a cuerpo que acabábamos de tener.

Tras recoger, preparar las cosas del día siguiente, y cenar, me voy a dormir a la cama que hay en el cuarto del Gnomito, así le tengo más cerca para ver si le sube o le baja la fiebre, o si da la cara algún otro síntoma. Pero esa cama es infernal!!! Aguanto como puedo hasta la 1 de la mañana....toco al niño y le noto fresco. No hay fiebre. Yo me piro a mi cama que tengo la espalda partida ya de este colchón. Consigo dormir un par de horas y...GUAAAAAA!! Bebé llorando. Voy a verle y...NOOOO! está ardiendo de nuevo!! 38,5 otra vez. Han pasado 6 horas desde el supositorio, pero éste tiene más dosis que el Apiretal y no puedo darle nada hasta pasadas 12 horas. Tenemos que pasar la noche como sea. Otra vez las dudas. Le doy un baño a ver si le bajo un poco la fiebre? Papi? Joder, que Papi no está. Decido que es una faena para el niño que está medio frito meterle en la bañera a las 3 de la mañana, así que me lo llevo a mi cama, que así le tengo al lado para tocarle e ir controlando la temperatura. Pasamos la noche más o menos, muchos despertares y muy lloricoso. El pobre es una estufita humana en plena noche de verano que además solo quería estar muy muy pegadito a mi. El último lloriqueo es a las 6.40. Faltan solo 10 minutos para que me suene el despertador, así que decido llevarle a su cuna para poder ducharme, que dado lo móvil que se ha vuelto este niño, no me atrevo a dejarle solo en mi cama, aunque esté dormido. Le dejo. Todo en calma. Y me meto rápido en la ducha no sea que se despierte. Pues en el momento en que más jabón tenía sobre el cuerpo...GUAAAAAAA!!!! Ay madre. Ya voy! Mojada y enjabonada y con la toalla medio puesta voy y me lo encuentro ya de pie en su cuna diciendo que ya no quiere dormir más, y que quiere estar en brazos. Así que entre brazos y todo tipo de entretenimientos (incluido mi desodorante, el mando de la tele, el movil...), he conseguido vestirme, desayunar, llevarle a casa de la abuela y llegar a trabajar solo 7 minutos tarde. Bien!!

Ahora me ha llamado la abuela y ha desayunado bien, ha dormido una horita y no tiene fiebre. A ver cómo va pasando el día! Seguro que se está reservando para cuando vuelva de trabajar...

En días como hoy admiro a las madres/padres que crían solos a sus hijos. Cuando estamos Papi y yo todo parece más fácil, todo lo decidimos entre los dos, y aunque nos surgen mil dudas, entre los dos decidimos y tiramos para delante. Pero estando sola me bloqueo. Todo son dudas, no sé qué hacer y me cuesta mucho decidir. Esta noche me he visto paseando por el pasillo con el niño en brazos, ardiendo, sin saber qué hacer. Y mientras dudaba, paseaba por el pasillo, y venga  a pasear, no sé si esperaba que milagrosamente Papi apareciera por la puerta. Hoy vengo a trabajar agotada, y como os decía al principio, con el ánimo bajito. Lo paso fatal de ver a mi niño malito, y echo muchísimo de menos a Papi, aunque intento no hacérselo notar demasiado para que no se sienta aún más preocupado. Pero se me hace un mundo!!

Hoy la semana ha empezado muy cuesta arriba, nos quedan 2 noches más de estar sin Papi y creo que serán igual de moviditas que la de hoy, o al menos eso es lo más positivo que soy capaz de pensar en este momento. Hoy me voy a permitir un donut de chocolate a media mañana, a ver si me animo ;-)


miércoles, 24 de julio de 2013

El misterio del chupete desaparecido

Esta semana estoy un poco espesa y falta de inspiración para escribir. Se me está haciendo largo este mes, ya queda poco para las vacaciones pero parece que no llegan nunca! Se me está haciendo muy cuesta arriba.

Así que esta entrada es muy ligerita, para contaros la tarde tan buena que pasamos ayer, y además una anécdota graciosa que no quiero que se me olvide.

Ayer fuimos a visitar a unos amigos, que se han mudado durante los meses de verano a casa de otros amigos suyos, que tienen 5 hijos y viven en un chalet individual. Total, que fuimos a dicho chalet a pasar la tarde. Cuando llegamos...ohhhhhhhh!!! el paraíso de los niños!! Imaginaos un chalet individual donde viven 5 niños pequeños. Piscina con todo tipo de objetos flotantes (tablas, churros, flotadores...), piscina hinchable para los más peques, arenero, cama elástica (wow!!), todo tipo de motos, patinetes, coches, correpasillos, columpio, balancín, casita de jardín....Sueño con tener una casa así!! Yo, que vivo en un piso sin terraza, sin jardines, ni piscina, ni zona infantil, ni ná. Sueño con vivir en una casita con algo de jardín, con tener columpios y piscina hinchable, con tener un huertecillo (en esta casa lo había), una barbacoa...Ainsss...mi sueño dorado.

Fue mejor que pasar la tarde en un parque temático. Teníamos al Gnomito estresao. Ahora a la piscina, ahora a la moto, ahora a la cama elástica, ahora monta en este coche, ahora gatea libremente por el patio donde había un total de 8 niños, prueba unos "fritos barbacoa", más moto, pelota, métete en la casita....Estaba en su salsa y encantado de la vida.


Menos mal que nos llevamos el pijama y el bibe de cena...porque a la vuelta en el coche cayó frito como un angelito. La verdad es que disfrutamos todos mucho, los niños, y los mayores por pasar un rato de charla entre amigos viendo cómo nuestros hijos se lo pasan en grande.

Y ya de vuelta a casa, sacamos al Gnomito del coche y le echamos en su cuna y el pobrecito ni se inmutó. Pero al rato, le oí llorar y fui a su cuarto, le quité el chupete, lo dejé sobre la cama, y le di agua. Mientras bebía como si no hubiera un mañana, me senté en la cama. Cuando terminó, fui a ponerle el chupete y no lo encontraba. Miré sobre la cama. Nada. Por el suelo. No. Busqué otro chupete para el Gnomito y le acosté, pero yo seguí buscando el dichoso chupete. Debajo de la cuna. Nada. Empecé a palpar toda la cama con las manos por si estaba ahí y por una trampa de mis ojos yo no lo veía. Nada. Ya medio loca me dí por vencida, salí del cuarto y me encuentro con Papi. Jolín, he perdido un chupete, no lo encuentro por ningún lado, bueno, ya aparecerá. Y me giro para irme a la cocina. Entonces me dice Papi: Ya lo he encontrado. Sí? Donde?!!


LO LLEVABA YO PEGADO EN EL CULO!!

Menuda risa nos pegamos, madre mía. Enseguida pensé en escribirlo en el blog, me reí tanto que no quiero olvidarlo!!

viernes, 19 de julio de 2013

Los abuelos son un tesoro

Ya los he mencionado muchas veces en el blog, pero es que son el tesoro de esta familia que formamos Papi, El Gnomito y yo. Ellos nos hacen la vida más fácil. Ellos adoran a nuestro niño.

Creo que somos muy afortunados, primero por tener a los 4 abuelos, y encima jóvenes y bien de salud. Segundo por tenerles cerca, en nuestro mismo pueblo. Tercero, porque ya no trabajan ninguno de los 4 y tienen ganas de ayudarnos con el pequeñín. Y cuarto, porque encima de todo esto, se llevan fenomenal entre ellos.

Ya en el primer mes de vida del Gnomito, nos ayudaron muchísimo. ¿Cómo? Pues trayéndonos el tupper con la comida, todos los días. De vez en cuando planchándonos la ropa pendiente. Comprándonos el pan o alguna otra cosilla que nos hiciera falta. Estando pendientes del niño mientras yo me daba una ducha, pero ducha de las buenas, con pelo y crema hidratante. Nunca han sido abuelos de venir solo a ver al niño y encima tener que ponerles el café. Si han hecho visitas de ese tipo ha sido porque nosotros no les hemos dejado hacer nada, pero siempre vienen dispuestos a ayudar en algo. Ese primer mes de comidas caseras solo para calentar en el microondas, fue un regalazo.

Después ya nos fuimos apañando nosotros solos y ya no era necesario ni traer comida, ni darme tiempo para ducharme, ni plancharnos la ropa...ya nos fuimos organizando mejor. Aún así, TODOS y cada uno de los días de mi baja maternal, he quedado con las dos abuelas para dar un paseo, hacer recados, tomar un café...Alguna excepción ha habido, algún día hice algo por mi cuenta pero habrá sido un 2% de los días.

A alguna se os estarán poniendo los pelos de punta, seguro. Yo también me agobiaba a veces. A las 10 de la mañana en punto siempre sonaba mi teléfono, siempre era alguna abuela "qué HACEMOS hoy?". HACEMOS?? El Gnomito y yo vamos a hacer nosequé, ¿y tú?. Esto es lo que sonaba en mi cabeza. Pero en mi boca sonaba "Pues pensaba salir a dar un paseo. Nos vemos?".

Intento no pensar en mi, sino en mi hijo. Lo que para mi es una abuela achuchona, babosa, besucona y  gritona, para mi hijo son besos, abrazos, cariño, y un amor infinito. A él no le importa oler a babas de abuela porque le han besuqueado toda la cara. A él le encanta todo lo que le dice su abuelo a pesar de que tiene un vozarrón que parece que se ha tragado un altavoz. Le encanta que le achuche su otro abuelo a pesar de que pincha mucho con la barba.

Los abuelos, no sé si es por la edad, o por el largo camino que llevan ya recorrido, o porque ya no tienen prisa por nada, el caso es que tienen una paciencia infinita. Paciencia para conseguir dormir al Gnomito cuando nosotros ya hemos intentado todo. Paciencia para conseguir que cogiera el biberón cuando volví a trabajar. Paciencia para darle de comer los días que se ofusca y no hay quien le abra la boca. Paciencia cuando se harta de ir en el carro y quiere brazos. Paciencia cuando quiere pasarse las horas muertas andando agarrado de las manos. Todo ello siempre con una sonrisa.


Gracias a ellos, Papi y yo hemos podido disfrutar de algunos momentos en pareja. Gracias a ellos, Papi y yo estamos tranquilos si un día surge algo en el trabajo y volvemos más tarde a casa. Gracias a ellos Papi y yo nos vamos tranquilos a trabajar cada mañana. Gracias a ellos, vemos a nuestro hijo sonreír en cuanto entra por la puerta de su casa.

Por todo esto siento una inmensa gratitud hacia los abuelos de mi Gnomito, los abuelos V y M, y los abuelos V y J. Sois el tesoro de nuestra pequeña familia.

Os queremos mucho.

"Lo único mejor que tenerte como madre, es que mis hijos te tienen como abuela"





martes, 16 de julio de 2013

Volver al trabajo

Ya llevo 4 meses y 26 dias trabajando desde que teminé mi baja maternal+lactancia+vacaciones. Ya veo muy, muy lejano aquel tiempo de levantarnos a las 9, de salir a pasear por la mañana y tomar café con las abuelas sobre las 11. De comer deprisa y corriendo en el ratito que el peque me deje. De dormir la siesta con mi Gnomito mientras esperamos a que Papi vuelva del trabajo.

Lo cierto es que soy afortunada de tener un trabajo al que volver, y además, la fecha en la que nació mi niño me cuadró fenomenal para no gastar las vacaciones de 2012 y poderlas acoplar a la baja maternal. Me incorporé a trabajar cuando el Gnomito tenía casi 6 meses.

Un mes antes, en plena lactancia materna exclusiva, pensamos que sería bueno que nuestro bebé supiera lo que es un biberón, con leche materna extraída, pero que se fuera acostumbrando al bibe para cuando las abuelas tuvieran que dárselo. Así que un buen día, después de unos cuantos meses de estar el 100% del tiempo pegada a mi pequeño, decidí asistir SOLA a una merienda con mis compañeras de trabajo, para hacernos el regalo del amigo invisible que hacemos para Reyes. Estuve fuera de casa 3 horas. Le dejé a Papi un biberón con leche materna, por si el peque tenía hambre.

Ya de vuelta a casa, fue meter la llave en el portal y empecé a escuchar los berridos de mi cachorrillo. Subí hasta mi casa corriendo por las escaleras, volando casi! yo creo que ya me iba sacando la teta y todo por la escalera. Y me encuentro al niño hipando del disgusto, a Papi pálido y descompuesto, y el bibe....enterito. El Gnomito tenía hambre y por sus mini-coj...*%&"$** no había querido tomar leche en el biberón. Al parecer llevaba berreando 1 hora ante la desesperación de Papi que ni con bibe, chupete, canciones o distracciones varias había conseguido calmarle. Fue ponerle al pecho y hasta volteó los ojillos de placer. El pobre Papi no había querido llamarme para no amargarme mi primera escapada, y a su vez con la esperanza de que enseguida se calmaría.

Fue ahí cuando empecé a ser consciente de que en pocas semanas tendría que volver a trabajar, y me horrorizaba pensar que mi niño no comiera, y no solo eso, sino que estuviera con un berrinche así hasta que yo llegara. Así que nos entró la neura de intentar que el niño cogiera el biberón. Fueron varios intentos. Yo me tenía que esconder en alguna habitación para que ni me viera ni me oliera, y Papi se comía el marrón. Porque era un marrón. Era berrinche asegurado. Intentamos con mil tipos distintos de bibe. Incluso con un chupete de esos de dar medicinas. Y nada.


Decidimos empezar con la cuchara. Aquí ya estábamos a dos semanas de mi incorporación. Le introduciríamos los cereales sin gluten y haríamos un poco de papilla. Esto funcionó mejor, aunque comer, no comía mucho, pero bueno, algo le entraba. Al menos esto me sirvió de consuelo pensando que durante mis horas de trabajo alguna cucharadita de cereales se tomaría, que no se iba a morir de hambre vamos.

En ese momento no contaba yo con la INMENSA CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN que tiene nuestro bebé.

He de decir, que tras todas las penurias pasadas con el biberón y la cuchara, al tercer día de mi incorporación el Gnomito tomaba biberones que daba gloria verlo. Y encima los de Mercadona, después de haber probado los bibes más sofisticados que imitan el pezón materno.

Otro punto crítico. ¿Quién cuidaría a nuestro bebé? Este punto estaba claro desde el test de embarazo casi. Las abuelas. Tenemos a las dos abuelas cerca, disponibles, y deseando cuidar del Gnomito. En mi infancia siempre tuve una abuela preferida. Mi yaya. La otra era mi abuela, pero mi prefe era la Yaya. La que siempre nos cuidaba, la que siempre estaba cerca. La otra vivía en el pueblo y la veíamos mucho menos. Yo no quería una abuela preferida para mi niño. Ya que las tiene a las dos cerca, queríamos que las dos fueran igual. Así que se lo turnarían, una semana cada una. Teníamos nuestras dudas de que el cambio semanal de abuela y de casa fuera un trastorno.

Una vez más, el Gnomito nos sorprendió con su INMENSA CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN. Come, duerme, juega y está feliz en las dos casas y con sus 4 abuelos.

Para nosotros no había mejor opción que esa. Las abuelas conocen perfectamente al niño desde que nació. He quedado con ellas cada día durante mi baja. Me daba una tranquilidad enorme dejar a mi hijo con ellas.

De hecho, el día de mi vuelta al trabajo no lloré. Me fui contenta, con ganas de reencontrarme con mis compañeros, hasta me compré ropa nueva y material de oficina chulo (bolis de colores, post it bonitos)...como si fuera la vuelta al cole. En el coche mientras iba de camino iba con la música altísima y cantando (cosa que llevaba meses sin hacer porque siempre llevaba al Gnomito conmigo). Y acompañada de mi saca-leches, of course.

Porque íbamos a seguir con lactancia materna. Porque queríamos que los biberones que le dieran las abuelas fueran de mi leche. Así que más o menos a la mitad de la jornada, me disponía a sacarme leche para mi niño. La estampa no tiene desperdicio. La menda encerrada en un vater. Sentada sobre el mismo, tetas al aire, movil sobre la cisterna (para controlar el tiempo que llevaba ahí dentro...y por si alguien del curro me reclamaba). Durante unas semanas todo fue bien, me sacaba suficiente leche para las tomas del día. Pero poco a poco la producción fue disminuyendo. Cada vez tardaba más en conseguir un bibe. Y no podía ausentarme de mi sitio tanto tiempo. Había decidido disfrutar mi permiso de lactancia acumulado a mi baja y ahora no era justo estarme una hora metida en el baño sacándome leche. Así que al mes de incorporarme, dejé de sacarme leche en el trabajo.

Aún así nuestra lactancia siguió unos meses más, aunque ya fuimos introduciendo leche de fórmula, cereales, verduras, frutas...y como ya he contado en mi entrada sobre la lactancia, a los 8 meses y medio dimos por finalizada nuestra feliz lactancia.

El balance de mi vuelta al trabajo es positivo. Necesitaba esa parcelita de pensar en otras cosas además de pañales, purés, horas de siesta, etc. Necesitaba el contacto con el mundo adulto. Necesitaba tener otras responsabilidades además de cuidar de mi bebé. Tenía ganas de arreglarme. Muchos días durante mi baja acababa cansada de bebé, suena fatal, lo sé, pero estoy segura de que a muchas os pasa también. Ahora salgo pitando cada día deseando encontrarme con mi niño y disfrutarle toda la tarde, salir a la calle, jugar, bañarle, darle la cena...Por suerte a las 5 de la tarde ya estoy en casa (ahora en verano hasta como en casa), así que tengo toda la tarde por delante para estar con él.

Es cierto que te pierdes cosas. El primer gateo del Gnomito lo vio mi suegra. Yo lo supe por teléfono. Me dolió perderme ese momento. Pero intento normalizarlo y no dramatizar. Me pasará con muchas otras cosas.¿Cuando vaya al colegio? Habrá un primer día en el que escribirá su nombre. O enceste un balón. O coma fabada. Qué se yo. No podemos estar encima de nuestros hijos toda la vida y a cada momento.

Así que disfrutaré de sus primeras veces CON NOSOTROS. Es decir, el primer gateo de su vida fue en casa de la abuela...pero por la tarde nosotros le vimos gatear por primera vez, y con eso me quedo.

Mi conclusión es que cada uno tiene sus circunstancias en la vida. En mi caso me toca volver al trabajo. Me perderé cosas, pero podré darle otras gracias a tener un trabajo. Creo que hay que tratar de aceptar cuanto antes cuáles son tus circunstancias y aprender de esa CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN que tienen los bebés, y sobre todo no dramatizar.

Es curioso que este post lo escriba hoy, día en el que a mi niño le ha salido su primer diente....y yo lo haya sabido por teléfono porque la primera en darse cuenta ha sido la abuela....



lunes, 15 de julio de 2013

Cultivar la pareja

Hace unos días os hablé de mi yo-adolescente. Pero tengo varios yos. Y aunque mi yo-madre como ya he dicho en otras ocasiones, me ha llenado la vida por completo y me hace inmensamente feliz, me gusta (de vez en cuando) cultivar mis otros yos. Papi y yo formamos un tándem que funciona muy bien, somos un equipazo que nos permite disfrutar de ser familia, pero dándonos un poco de espacio a cada uno para respirar y para ser uno mismo.

Hablo de planes chulos como irme al concierto de Bon Jovi que ya os conté, o a un curso de muffins (que no os he contado pero lo haré), yéndome totalmente tranquila sabiendo que el Gnomito está con Papi. Papi también ha podido salir este fin de semana con los amigotes por la noche, y creo que también se fue tranquilo sabiendo que el peque estaba conmigo en casa. Hablo también de detalles más pequeños, como que Papi bañe y dé la cena al niño, mientras yo navego por internet, o me pinto las uñas, o hablo por teléfono con una amiga, o veo una serie que me gusta, o.....lo que se me ocurra. Igual que otros días lo hago yo, mientras Papi se ve todas las noticias que encuentre por internet sobre la fórmula uno, o navega por internet, o hace deporte, etc. A lo que voy es que estos pequeños detalles te dan un respiro y no cuesta tanto conseguirlos.

 Tan importante es buscar y reencontrarnos con nuestro yo-mujer (u hombre), como con nuestro yo-pareja. Estamos todo el día juntos, pero como padres. Siempre pendientes del Gnomito. Siempre haciendo o bien recados del día a día, o bien planes para el Gnomito (piscina, parque, visitar abuelos...). Las conversaciones suelen ser de temas del Gnomito, o como mucho del trabajo. Cuando por fin se acuesta el bebé, venga, a hacer la cena, recoger la casa, preparar cosas para el día siguiente, tender una lavadora, planchar....Una vorágine que como no te des cuenta de atrapa, y te has convertido en un equipo que funciona a la perfección, pero se te olvida que antes de todo esto éramos dos, éramos pareja. Y creo que, de vez en cuando, hay que buscar ese yo-pareja.


Nosotros tenemos la inmensa suerte de tener 4 abuelos con los brazos siempre abiertos y dispuestos a cuidar del Gnomito, y además tenerles bien cerquita. La inmensa gratitud que siento hacia los 4 abuelos de mi Gnomito son merecedores de un post aparte. Gracias a ellos hemos podido disfrutar de nuestro yo-pareja en algunas ocasiones. Han sido pocas, pero no por ellos, sino porque parece que estamos forrados de velcro y nos cuesta mucho separarnos del Gnomito.

La primera vez que salimos solos el Gnomito tenía 7 meses y pico. Le dejamos unas 3 horitas para ir al cine. La idea era cenar por ahí después de la peli...pero nos pudo la morriña y acabamos en el Mc-Auto cogiendo unas hamburguesas para tomar en casa bien pegaditos al intercomunicador para "oir" a nuestro peque dormir.

La segunda fue en nuestro aniversario de boda. Salimos a cenar a un japonés...la idea era tomar una copa o dar un paseo después de cenar pero....con la excusa de que hacía mucho frío...a casa corriendo a poner la oreja en el intercomunicador. De momento en estas ocasiones los abuelos nos hacen el servicio de canguro, es decir, vienen a casa, dan de cenar al Gnomito, le acuestan y ellos cenan una pizza y ven una peli hasta que llegamos. Aún no nos hemos "atrevido" a dejarle a dormir. Y es que pensar en irme a dormir y ver su cuna vacía....se me hace un nudo.

En fin, la tercera y última vez, ha sido este fin de semana. Y es que Papi participó en un sorteo y le tocó una SmartBox (esas cajas con varios planes para elegir) para comer en un restaurante con estrella michelín.  Esta vez elegimos la hora de comer. El Gnomito se quedaría con los abuelos a comer y echar la siesta, y como mucho merendar. Adelanto que Papi y yo somos carne de comida baratilla, servilletas de papel, comer la pizza con la mano, pedir agua del grifo...en fin, que no estamos habituados a sitios de postín. Y llegamos al restaurante con nuestra SmartBox y nos reciben con una sonrisa, nos sientan y sin darnos carta ni nada, solo nos preguntan si somos alérgicos a algo. No lo somos. Vale, sin problema. Nos ponen sendas copas de vino y a esperar...no sabemos a qué. Ni qué vamos a comer, ni cuántos platos hay. Solo vemos unos mini-cubiertos que no sabemos si son de adorno o son para usar. Al más puro estilo Pretty Woman con el utensilio para los caracoles (los super fans de esta peli como yo seguro que visualizáis la escena). Al final estos cubiertos eran para usar.

Durante la siguiente hora aquello es un desfilar de platos, a cual más rico, y a cual más bonito. Menos mal que cuando nos ponían el plato nos decían lo que era...porque a veces era imposible de descifrar, y más con los nombres de pitiminí que les ponen a los platos. Hasta algunos platos venían con la tapadera esférica metálica esa que sale en los banquetes. Como he dicho Papi y yo no estamos muy habituados a estas cosas...así que yo le hacía fotos a los platos. Como me daba vergüenza...aprovechábamos que el camarero se daba la vuelta y zas! foto. Papi hacía lo propio mojando pan. Que también nos daba corte. Seguro que la gente fina no moja pan en la salsa. Lo que se pierden!!

Después de un total de 6 platos, un postre, un café y unas tejas...salimos con la panza llena y qué mejor plan para una pareja de padres para después de comer?? Algo que normalmente no pueden hacer por tener un bebé hiperactivo en casa?? Porque entre semana trabajan?? Pues sí señores....IRNOS A DORMIR LA SIESTA!! Ohhhh Dios, qué placer, una siesta de hora y pico con al aire acondicionado y una peli mala de fondo. Eso sí, en cuanto abrimos el ojo....corre! vamos a por el Gnomito!! Y en 0,2 segundos volvimos a ser padres adictos a nuestro bebé, pero con energías renovadas para enfrentarnos a una tarde de piscina, salpicones, pañales, gateos peligrosos, recoger juguetes del suelo.....pero también de besos, risas, achuchones...

miércoles, 10 de julio de 2013

Sobre cacas

Aviso. Lector@s milindris, absteneros. Porque voy a contar historias graciosas sobre cacas.

Es increíble cómo el mismo tema de conversación se trata de diferente manera si hablamos de un adulto o de un bebé.

Ejemplo. Habla tu compañera del trabajo durante la pausa del café. "Jo, pues no veáis la que lié ayer, hice la caca un poco blanda y de color verdoso, y como además estaba bailando el hula-hop, me manché todo el pantalón, qué faena! Debe ser que he empezado a comer espinacas, que antes no me gustaban. Y por cierto, no os imagináis cómo huele".

Cualquiera de nosotros nos echaríamos las manos a la cabeza y probablemente nunca más nos tomaríamos el café con esa compañera. Sin embargo si se trata de un bebé.....perdemos todo tipo de pudor al hablar de colores, olores y texturas, de escapes varios, etc. Y es que tener un bebé te llena de historias graciosas sobre pises y cacas.

Me lee poca gente, pero la gran mayoría de mis lectores son mis queridas mamis madrileñas, con las que siempre tengo el whatsapp echando humo, con las que comparto todo lo que les pasa a nuestros peques, y cuando digo TODO es TODO. Hemos compartido por wsp fotos de las cacas de nuestros hijos. Sí, como lo leéis. Creo que fue cuando introdujimos los cereales a los peques o alguna hazaña similar. Cuando, hace poco descargué las fotos de mi móvil...ahí estaban!! qué pena que ya no recordaba a quién pertenecía cada caca, sería un bonito recuerdo...

Otro momento glorioso con mis mamis madrileñas fue en una de nuestras quedadas. Lo recuerdo perfectamente. Tenía a L a mi derecha, y a S a mi izquierda. Y las pregunto (cierto es, que lo hice con cara de circunstancias, como si me diera apuro preguntarlo) "vosotras tenéis problemas de.....escapes....de caca?". Las dos me miraron con cara muy comprensiva y S me dijo muy discretamente "nooo, yo no, la verdad" y L me dijo "nooo....yo más bien estoy estreñida". AYDIOOOS! Se pensaron que hablaba de MI!!! y yo hablaba del bebé!!! Todavía me entra la risa al recordarlo...

Además de estos, nuestro Gnomito nos ha dejado momentos memorables, fecalmente hablando.

Momento 1. Tenía la criatura tan solo unos días de vida, cuando Papi le tenía en el baño, en el cambiador, cambiándole el pañal. Yo tranquilamente fuera del baño haciendo otra cosa, y de repente oigo "PUEDES VENIIIIR???". Voy. El niño, que se ha cagado. Yo miro al niño y al pañal abierto. Me extraño. Ambos están limpios. Papi me mira y me dice "no, ahí no". Entonces lo veo. Una caca voladora con efecto aspersor impregnaba la pared, el mueble del lavabo y parte del suelo. Nuestra criaturita de 3 kilillos había aprovechado tener el culillo al aire para hacer sus cositas impulsadas con ventosidades, y hacernos un Picasso en el baño. Suerte que a Papi le pilló inclinado para coger una toallita, que si no el Picasso se lo lleva puesto en la camiseta!


Momento 2. El otro día mismamente. El Gnomito está jugando en su parque, en pañal, que hace calor, como siempre en su postura favorita, que es de pie, agarrado al borde y agitándose cual gorila queriendo escaparse de la jaula. Mi niño es muy discreto cuando hace caca. Pone cara de esfuerzo, se pone rojo como un tomate y lo acompaña de un gruñido, por si alguien no le estaba mirando, que se de cuenta todo el mundo de que va a hacer caca. Total, que empieza a gruñir y a ponerse rojo. Yo decido esperar a que termine. Sigue apretando. Se detiene y continua jugando al gorila enjaulado. Vuelve a apretar. Yo pacientemente sigo esperando a que termine. Y de repente.....pierde el equilibrio....y ZAS! se cae de culo al parque. NOOOOO!!! Mi mente ya empezaba a imaginar el estropicio, esa caca recién hecha y aplastada por el golpe, expandida en todas direcciones. Mis pensamientos estaban en esas, y saqué rápidamente al Gnomito del parque y me dispuse a cambiarle. Hasta ahí todo bien. Al día siguiente, cuando llego de trabajar y abro la puerta de casa...me viene un olor extraño. Qué leches extraño! Olía a caca. Y yo sin saber de dónde venía, venga a mirar el cubo de la basura, el baño, el cambiador...nada. Hasta que fui a meter al Gnomito al parque y....


No lo había visto el día anterior. Aquella culada con el niño recién cagadito...tuvo fugas!!!...suelo del parque y algunos juguetes...

En fin y hasta aquí los momentos más gloriosos, pero segura estoy, de que habrá más, y segura estoy de que alguno me estoy olvidando.

Y...segura estoy, de que tod@s tenéis historias de terror sobre cacas!!








jueves, 4 de julio de 2013

Consejos para viajar con niños

Como ya os he contado en otras entradas, Papi y yo somos bastante viajeros, todo lo que la economía nos permite. Ha habido años de bonanza con grandes viajes, y otros más pelaos, pero aún así hemos intentado viajar aunque sea cutremente. El Gnomito hizo su primer viaje cuando tenía 3 semanas, y desde entonces ya ha viajado bastantes veces, de momento solo por la geografía española...pero todo se andará!

Como estamos en época de vacaciones, hoy quiero hablaros de las cosas que a nosotros nos funcionan cuando salimos de viaje, por si os sirven como consejo si estáis planificando salir con los peques.

A la hora de buscar alojamiento, intentamos coger casa rural o apartamento. El objetivo es que tenga un dormitorio separado del salón, ya que el niño se duerme muy pronto y si estuviéramos en un hotel tendríamos que acostarnos todos a las 21h. En un apartamento puedes acostar al niño tranquilo y los mayores podemos estar en el salón cenando (porque los apartamentos tienen cocina) sin molestar al bebé. En una ocasión, teníamos una comida familiar fuera de Madrid y tuvimos que alojarnos en un hotel. Nos llevamos los intercomunicadores pensando que podríamos acostar al Gnomito y bajarnos a la cafetería del hotel a cenar algo. Todo iba bien, el Gnomito se quedó dormidito y en cuanto cerramos la puerta de la habitación...el intercomunicador pierde la señal. Abrimos. Hay señal. Cerramos. No hay señal. Mecagüentó. Abrimos. Señal. Cerramos. Sin señal. Luego supimos que en algunos hoteles las puertas son anti-incendios y por eso el cacharrito perdía señal. Total, que tuvimos que hacer turnos para bajar a cenar. Primero bajó Papi (a cenar solo), y yo me quedé en la habitación con el Gnomito. En silencio y a oscuras. Se me hacían los minutos eternos. Me entraba sueño, pero estaba vestida y sin cenar. Al final mientras procuraba no despertar al niño, conseguí poner la tele sin sonido...y así hasta que subió Papi y me tocó a mi bajar a cenar. Sola también. Un cuadro. Es por esto que en la batalla hotel vs apartamento...gana el apartamento.

Muy ligado al tema del alojamiento está el tema cuna. Para los que no practicáis colecho (nosotros mismos), recomiendo pedir en el alojamiento que reservéis, la posibilidad de que os pongan una cuna. Si podemos ahorrarnos llevar la cuna de viaje mejor que mejor. En casi todos los sitios te la ponen, con sábanas y todo.

Momento baño: Para evitar tener que llevar bañeras hinchables y artilujios similares, si hay bañera...nos metemos en ella con el Gnomito. Me encantan esos baños que nos hemos dado con él, jugando y chapoteando juntos. A día de hoy ya se aguanta sentado perfectamente él solito, ya no haría falta bañarnos con él, pero si pillamos bañera grande...lo seguiremos haciendo por el simple hecho de que nos gusta! En el último sitio que hemos estado no había bañera sino ducha. Pues ala, niño sentadito en la ducha y a ducharse.

Momento comida: los primeros viajes con el Gnomito fueron de lo más sencillo en este aspecto. Y es que llevaba la comida incorporada, calentita y a punto en cualquier momento. No necesitamos recipientes, ni microondas, termos, dosificadores....nada de nada. Cuando había señales de hambre, con una silla donde sentarme a darle teta, solucionado. Ahora la cosa se complica un poco. Mi Gnomito no quiere los potitos industriales. Cierto es que solo los ha probado una vez, pero le dio tanto asco que no consiguió tragar ni una cucharada. Ese día no comió. Desde entonces no los ha vuelto a probar, y en casa siempre tenemos un arsenal de potitos congelados, hechos por mi en casa. Hasta ahora los viajes han sido cortos y simplemente descongelaba 2-3-4 potitos y con eso tirábamos. El problema viene ahora, en verano, que nos vamos a ir de vacaciones muchos días y los potitos descongelados no aguantan tantos días. Aún estamos dándole vueltas a cómo hacerlo. Me veo llevándome la batidora de vacaciones. ¿Ideas?

Lo que sí llevamos en nuestra maleta es una trona portátil, que aparentemente es como un bolso pero lo abres y se hace trona, que se acopla en cualquier silla normal, arrimas al niño a la mesa y a comer tan ricamente.

Un cachivache que nos es de mucha utilidad cuando pasamos el día fuera, es un termo para sólidos. Nos gusta salir de excursión y comer allá donde nos pille, y no siempre tenemos un bar a mano donde nos calienten el potito. Así que lo calentamos en casa y lo metemos en un termo. Así, cuando el peque tiene que comer, esté donde esté, tiene su comida calentita. Igualmente tenemos un termo para líquidos, donde llevamos agua calentita por si hay que darle el biberón de cena en cualquier sitio.

Hasta ahora siempre hemos viajado en coche, y una vez en AVE (bendito AVE, fuimos genial). Para nosotros el momento "viajar en coche" se asemeja mucho al momento "paseo en carrito" que ya os conté en una entrada anterior. Es como llevar al muñeco diabólico. El paseo en carro pudimos solucionarlo con el porteo, pero los viajes en coche....ya me dirás tú. No puedes sacar al niño de la silla, por seguridad. Pero mi niño es tan inquieto que no aguanta ahí aprisionado más de media hora. Cuando sea más mayor probaremos con un DVD, pero a día de hoy no le llama la atención la tele, ni los dibujos, ni los Cantajuegos, Pocoyó, Dora y demás ídolos infantiles. Así que solo nos queda un recurso. Aprovechar las siestas o las horas de sueño. Cuando nos es posible tratamos de salir cuando al niño le toca dormir, por ejemplo, comemos a las 13 h, a la misma hora que él...y al coche. Eso nos garantiza 1,5 o incluso 2h de avanzar del tirón (aquí ni Dios se baja a hacer pis ni echar gasolina ni nada de nada....hay que aprovechar para hacer kilómetros). Luego ya toca hacer paradas, volver al coche (niño ya hasta los huevillos), cantar todo mi repertorio infantil de ayer y hoy (desde "el tallarín" hasta "Dartacán y los Mosqueperros", pasando por la Chata Merengüela o el Señor Don Gato"). Parada de nuevo. Rato de llanto. Parada. Nótese que suelo ser yo la que va atrás con él, y yo me mareo en el coche si no voy conduciendo. 10 minutos tranquilo con un juguete. Llanto. Llegamos, por fin!!!

Para las próximas vacaciones de verano vamos a hacer un viaje en coche bastante largo, el más largo que hemos hecho hasta ahora con el Gnomito y ya estoy temblando. Así que hemos tomado una decisión. Viajar de noche. Nuestra idea es salir de viaje a las 3 de la mañana, y que el pequeño duerma hasta las 8 al menos, cuando ya solo quede una hora o algo más, para llegar. Veremos qué tal sale. Me preocupa Papi, que no haya descansado lo suficiente para conducir 6 horas en plena noche.


¿También tenéis experiencias de terror con los niños en el coche?




lunes, 1 de julio de 2013

10 meses


Ayer cumpliste 10 meses ya mi pequeñín, qué cerca tenemos ya tu primer cumpleaños. Me parece mentira!

En estos días cuando me baño en la piscina, recuerdo el verano pasado, con mi barrigota, me ponía en remojo todo lo que podía para aliviar la pesadez. Me parece mentira verte, un año después, chapoteando en el agua y gateando por todas partes.

Sí, mi niño. En el último mes te has arrancado a gatear! Fue el día 7 de Junio, el día del cumple de la abuela. Un regalito de cumple que la hiciste, ya que te arrancaste en su casa.
De aquellos primeros movimientos torpones ya no queda nada. En pocos días has ido cogiendo habilidad, y ahora gateas a toda velocidad, y trepas por cualquier sitio, especialmente los peligrosos (véase: escaleras, bordillos, horno, cubo de la basura, mesas con esquinas puntiagudas...). Pasas de tumbado a de pie en 2 segundos. Desde el primer gimoteo que oigo en tu cuna hasta que llego a ti, pasan muy pocos segundos...y ya te encuentro de pie! Es increíble lo rápido que has avanzado en este mes. Sigues como loco por andar, y seguimos desriñonados cogiéndote de las manitas y paseando por todas partes. Cuando estás apoyado en algún sitio, ya te sueltas una mano, incluso puedes andar de un lado a otro de la mesa, apoyándote con las manos. A este paso creo que vas a echarte a andar antes de que te salgan los dientes...

Porque con 10 meses no tienes ni un diente!! Llevas babeando y echándote todo a la boca desde los 3 o 4 meses. Desde entonces estoy harta de oír "uy, qué desazón tiene, eso son los dientes"..."este niño está cuajando dientes"...y perlas similares. Y nada hijo, ni un piño.

En este mes también has probado el pescado, con CERO éxito al principio. Menudas arcadas te daban, qué caritas de asco. La merluza fue fracaso total, sin embargo con el lenguado has cedido y parece que te va gustando, pero vamos poco a poco.

Cada día interaccionas más con otros niños, especialmente con tu prima. Me encanta ver tu cara de emoción y tus sonrisas cuando la ves, y cómo la buscas con la mirada cada vez que desaparece de tu vista. Ella por su parte cada vez te presta más atención. Ya no eres el bebé que no hacía nada divertido. Cuando te da un juguete tú lo coges, aunque a veces también te lo quita. Cuando nota que la estás siguiendo con la mirada, ella juega a aparecer por distintos sitios. Cuando nota que la persigues con tus gateos, ella se mueve de un lado a otro para que la sigas. Ayer mismo, el día de tu cumplemes, jugasteis juntos a patalear en el bordillo de la piscina de los abuelos y salpicar, y a perseguir las pompas que tu prima hacía con un pompero.

Es una maravilla ver cómo creces y cómo vas aprendiendo algo nuevo cada día.

Te quiere con locura,
Mamá