viernes, 21 de junio de 2013

El Gnomito y la teta

8 meses y medio ha durado nuestra lactancia. Yo que ya le había cogido el gustillo, y va el Gnomito y me dice, a su manera, "mamá yo ya soy mayor, esto de estar aquí acurrucado mamando no me va". Había oído tanto hablar del destete respetuoso...me preguntaba cómo destetaría al Gnomito llegado el momento. Pero no fue necesario. El Gnomito decidió. Yo con toda mi pena le fui persiguiendo teta en ristre durante 2 semanas. Se la ofrecía en cualquier momento, por si colaba. Los últimos días solo me cogía el pezón y me daba un pellizco. Pero con la mano. La boca ni acercarla. Como veis he empezado por el final, pero es que me dejó un vacío dejar la teta. Llevé bien sacarle de nuestra habitación. Llevé bien volver a trabajar. Y sin embargo esto me daba muchísima pena.

Pero bueno, vayamos al principio. Yo quería darle el pecho a mi hijo. Aunque era de las que, cuando hablaba sobre ello, añadía siempre la coletilla "le daré el pecho, si puedo". Y es que en mi entorno había conocido experiencias espantosas con la lactancia. Mi hermana sin ir más lejos. Su subida de leche vino en forma de mastitis con bultos hasta en las axilas, con pezón plano y unas grietas que daban miedo. Aún recuerdo la estampa de mi hermana en el baño, llorando de dolor, usando un sacaleches donde en el recipiente había leche mezclada con sangre. Aún me dan escalofríos al recordarlo. Amigas cercanas contaban historias de terror sobre grietas y mastitis. Le tenía más miedo a la lactancia que al parto. Me leí el libro de Carlos González, Un regalo para toda la vida. Y me pareció muy bueno, de hecho he releído algunos capítulos cuando se me han presentado ciertas circunstancias durante la lactancia. Estaba obsesionada con el piel con piel, el ponerme al bebé al pecho nada más nacer, en dejarle reptar hasta encontrar mi pecho...Cuando me dijeron que me harían cesárea pensé que se había echado todo a perder. Pensé que si mi hijo no encontraba mi pecho en sus primeros minutos de vida ya no lo encontraría nunca. Pensé que le darían un biberón y ya nunca querría el pecho. Pensé que por ser cesárea la leche tardaría mucho en subir, y lo haría en poca cantidad, y acabaríamos dándole biberones.

Por eso, cuando me dijeron en reanimación que por fin, 6 horas después, me subían a la habitación, casi ya iba con la teta fuera, ansiosa por ponerme a mi hijo al pecho en cuanto le viera.

Pues así hice, y qué desastre madre mía! En el momento no me lo parecía, pero a día de hoy veo vídeos dando de mamar en el hospital y ¡lo hacía fatal! Mi teta era más grande que la cabeza del niño, y sin embargo el pezón era muy pequeñito, y un poco plano. Con lo que el pobre Gnomito abría la boca que parecía que iba a comerse una brontohamburguesa pero se encontraba con mi mini-pezón y se le escurría de la boca. A parte yo con la vía puesta no me apañaba. Probaba tumbada. Con una mano me sujetaba la teta. A su vez papi sujetaba al Gnomito de lado pegadito a mi, y a mi me sobraba un brazo...que me lo ponía de almohada debajo de mi cabeza. Muy ortopédico todo. Para engañar al niño e intentar que no se le escapara el pezón, le echábamos una gotita de leche con una jeringa sobre el pezón (con la mano libre que le quedaba a Papi), y el pobre echaba la boca pero nada, se le escurría. Como veis necesitábamos 4 manos para dar de mamar a un bebé recién nacido.

El día que nos dieron el alta, llegamos a casa, comimos, y me dormí un rato la siesta. Al despertar..aydioooos! me arden las tetas! me miro al espejo y se habían convertido en hormigón armado. Duras, deformes, con bultos, y ardiendo. Joder, la subida de la leche!! Rápidamente llamé a mi hermana, que dada su experiencia en subidas brutales, seguro que me ayudaba. Y así fue. Ahora la cosa se tornó aún más ortopédica que en el hospital.

Yo, sentada en el sofá con el Gnomito puesto al pecho (apoyado en el cojín de lactancia). Mi hermana masajeándome (esta palabra no define del todo la situación...más bien me AMASABA los bultos que me habían salido) la teta derecha, fuertemente, para ir deshaciendo los bultos, y mientras el Gnomito intentando pillar cacho, pero era complicado, se le escurría el pezón. A su vez y mientras eso ocurría, Papi hacía lo mismo pero en la teta izquierda. Esta teta intentábamos vaciarla con sacaleches, para que fuera saliendo la leche de los bultos que Papi iba deshaciendo. Dense cuenta de que hablamos ya de 6 manos, un sacaleches y un bebé recién nacido.

En un momento de lucidez de alguno de los presentes, se nos ocurrió probar unas pezoneras prestadas que tenía en casa. BINGO!! Por fin un pezón (de mentirijilla) de un tamaño adecuado, el Gnomito se enganchó, por fin!! Y empezó a sacar la centrallecheraasturiana que se me había formado.

Los primeros días seguimos con el método ortopédico. Cuando se acercaba la toma, mami a la ducha, a echarse agua lo más caliente posible y masajear para ablandar un poco el tema (dense cuenta de que estamos en los primeros días se septiembre, con un calor considerable y yo escaldándome en agua ardiendo). Y luego, pezonera, Gnomito, y papi AMASANDO bultos (llegué a tener moratones en el pecho de la fuerza de los amasamientos).

Y fueron pasando los días, y fui dejando de necesitar la ducha caliente, y poco a poco, dejé de necesitar los amasamientos, y poco a poco todo fue fluyendo, fuimos instaurando la lactancia, esa que yo creía perdida por ser cesárea programada, por estar las primeras 6 horas separada de mi hijo, gracias a mi hermana, y a Papi, lo conseguimos!!

Las pezoneras nos acompañaron los 2 primeros meses, hasta que el peque tenía el tema ya muy dominado y fue capaz de engancharse a mi mini-pezón.

Me considero con suerte. Jamás tuve una grieta, ni una obstrucción, ni una mastitis. Para prevenir esto siempre se habla de la postura del bebé, pero yo creo que influye mucho también el tipo de piel de cada una. Sé de mamis cuyos hijos se agarran perfectamente y aún así pasan las de caín con las grietas. Pues eso, que tuve suerte.

Los primeros 2 meses mi Gnomito era mi pegatina (expresión que tomo prestada de mi amiga tri-mami antes mencionada, la de los niños bien colocados pero aún así con grietas), es decir, me recuerdo a mi misma con la teta fuera todo el día, allá donde estuviera. En casa, en la cama, en una terracita, en casa de los abuelos (o de quien fuera), en un banco del parque...Las tomas eran eternas, y no aguantaba las 3 horas ni de lejos. He de decir que la teta para nosotros era mano de santo para todo. No solo era para alimentar, era para consolar, calmar, dormir...si el Gnomito lloraba y no sabíamos porqué, teta. Y funcionaba!  En esta época recuerdo momentos frustrantes, estresantes, agobiantes, en los que infinidad de veces le dije a Papi "OJALÁ TUVIERAS TETAS!". Pero en general, puedo decir que nuestra experiencia tetil ha sido preciosa, ya os dije al principio del post que yo lo hubiera alargado más. Ya siendo más mayorcito, me miraba y me sonreía con la teta en la boca, me encantaba verle así!

Al dejar la lactancia y retirarse la leche, el desaguisao que me ha quedado en el pecho es pa verlo. Estrías, descolgamiento...Pimientos asados. Como yo digo, es la huella que mi hijo ha dejado en mi, y luciré con orgullo. Repetiría una y mil veces.

VIVA LA TETA!!


4 comentarios:

  1. Ciertamente ha sido un destete prematuro. Para estos casos y para todos los demás los grupos de apoyo a la lactancia son excepcionales.

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  2. Tuviste la suerte de tener a tu hermana que pasó por todo eso antes, pq creo que otra primeriza sin asesorar por nadie, hubiese tenido muchos problemas. Así que di ya querías a tu hermana antes, después seguro que mucho más.
    Me alegro que fuera bien, y una pena que no durara más.

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  3. Hola! Te he dejado un pequeño reconocimiento en mi blog
    Espero que te guste!!
    http://www.tenacitasycia.blogspot.com.es/2013/06/best-blog-award.html?m=1

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  4. Tu experiencia me ha recordado mucho a la mía, aunque yo no tuve cesárea también tuve que usar pezoneras para que se enganchara. Y mis tomas más cortas eran de 40 minutos, mi récord está en cuatro horas seguidas (y luego a la hora otra vez). De momento, mi niño sigue feliz con su teta (tiene siete meses) pero me da una tristeza infinita que ahora que tenemos tan dominado el tema de la lactancia se pueda acabar.

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