Nos lo propusieron unos amigos que tienen un bebito de 3 meses y 2 perrazos de los grandes. Nos fuimos a un pueblecito muy pequeño de la provincia de Cáceres, a una zona llamada Sierra de las Villuercas. El pueblo se llama Cabañas del Castillo, y está a los pies de una peña de piedra donde viven un montón de buitres, a los que podíamos ver a primera hora de la mañana y última de la tarde, cómo sobrevolaban lentamente sobre nosotros, cómo se apreciaba hasta su cuello de color blanco. Me hacía gracia pensar en el contraste entre el vuelo lento y majestuoso de un buitre, y el aspecto ruin y carroñero que tienen cuando van andando.
Ha sido una terapia de relax, que hasta me encontraba genial físicamente, sin malestar de estómago y a tope de energía. Solo tenía que asomarme a la ventana por la mañana y ver la dehesa extremeña a mis pies.
La primavera estaba exultante de agua, verde y flores, todo el campo plagadito de jaras en flor, una maravilla...
y esta nuestra casita de pueblo...
Hemos hecho excursiones por el campo y el Gnomito ha ido a ratos en la mochila de montaña y a ratos andando. Nos ha salido un andarín, creo que tiene mucho aguante y anda mucho rato! Y más si encuentra un buen palo, tipo bastón...
Uno de los días fuimos a comer a un restaurante super especial, en medio de la nada, un lugar muy hippie y pintoresco, llevado por una pareja de Suizos, en el que pagas 30 euros y lo demás es sorpresa. Platos muy ricos hechos con ingredientes buenos y saludables, cultivados por ellos mismos, originales, usando especias exóticas. Licores de combinaciones imposibles, totalmente caseros y riquísimos, al igual que los dulces, zumos, etc. Una degustación de quesos de todo tipo, a cual más rico. Y todo ello en una terraza con una sombra riquísima, una decoración preciosa llena de mosaicos de colores, con pequeñas fuentes para escuchar el rumor del agua, y rodeados de campo, con lo que pudimos hasta llevar a los perros. Una delicia de lugar.
Me ha encantado estar en contacto con la naturaleza, con la vida de pueblo, con el panadero que pasa con la furgoneta y pita por la mañana, la vecina curiosa que llama a nuestra puerta preguntando por una tal Ángela...los perros y los niños en libertad por unas calles sin coches, el ruido de las ranas de las charcas cercanas por la noche, las estrellas tan brillantes, el olor a jara y a campo....una recarga de pilas para el cuerpo y el alma....
Qué chula la escapada. Verlos así es una delicia.
ResponderEliminarQué chuli! y lo habeis aprovechado un montón!. Seguro que en algún momento lo releo para cogeros la idea.
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