jueves, 10 de abril de 2014

Sensaciones en el primer trimestre de embarazo

Aquí sigo, con Pelotilla creciendo dentro de mi, o eso espero. Aunque por la velocidad de crecimiento de mi barriga y mis pechos, yo diría que todo sigue su curso, pero aún así, estoy deseando llegar a la ecografía de las 12 semanas y ver a mi chiquitin/a y saber que todo está bien. Ya queda menos. Mañana cumplo 10 semanas.

Los síntomas están siendo muy parecidos al embarazo del Gnomito, el malestar de estómago, que a veces se calma con el Cariban y a veces no, el hambre constante, el cansancio...La diferencia es que con el Gnomito llegaba de trabajar y me espanzurraba en el sofá a que me lo dieran todo hecho, dormitar, comer, ver la tele...y como mucho un paseíto a última hora.

Ahora salgo del trabajo y voy a recoger al Gnomito a la guarde, me lo llevo andando a casa, tardamos media hora en hacer un trayecto de 3 minutos, hago la merienda, se la doy (si es papilla de frutas), o le acompaño mientras merienda viendo la abeja Maya (si es fruta sólida o alguna otra cosa). Tengo que esperar a merendar yo, para que no se le antoje el croissant untado con nocilla que me voy a meter entre pecho y espalda. Tengo que esperar para darle algo saludable a él, y cuando ya ha terminado y está feliz jugando, me endiño mi croissant clandestinamente. Y es que me ha dado por la bollería, y he comprado Nocilla por primera vez desde que era una niña. Pienso que me voy a poner como una bola....pero pienso también que si me lo pide el cuerpo, por algo será, y que los kilos ya me los quitaré después. Tengo la esperanza de que, como con el Gnomito cogí 14 kilos y perdí 16, tan solo con la lactancia y la vida diaria, esta vez será igual o incluso mejor. Ya lo veremos, ya. Ya lloraré, ya.

Después de la merienda viene la salida al parque o a hacer recados, y a esta hora es cuando me empiezo a encontrar peor, y se me hace muy cuesta arriba. Menos mal que Papi casi siempre está en casa y pasamos la tarde juntos, compartiendo la crianza del Gnomito y ahora suele ser él el que se sube a los columpios peligrosos con el peque, le presigue si sale corriendo hacia la carretera, le coge en brazos cuando ya no quiere andar más, etc. No sé qué haría si tuviera que estar todas las tardes sola con el Gnomito, como les pasa a la mayoría de madres que conozco. Al final llego a la cena con un asco horroroso, y me acuesto en cuanto lo hace el Gnomito.

He de decir que en los últimos 3 días la cosa ha mejorado muchísimo, me encuentro mucho mejor del malestar de estómago y eso me hace llevar el resto de la vida y del día a día mucho mejor.

Pero ayer, Papi me dio un toque. Es curioso cómo uno ve la paja en el ojo ajeno y no ve la viga que tiene en el suyo. Me dijo Papi que se me veía harta de todo, cansada del mundo, incluido mi hijo.  Que notaba que le gruñía mucho, me faltaba paciencia, me desesperaba con facilidad. Y fue decírmelo y lo vi claro. Tenía toda la razón.

El cansancio físico que arrastro me lleva a tener mucha menos paciencia con el Gnomito y sus "trastadas" (si es que se le pueden llamar así). En realidad son cosas de lo más normales en un niño de 19 meses, como que se manche comiendo solito con la cuchara, que se te vaya por la calle en sentido contrario al que tú vas, le llames y corra más deprisa, en lugar de venir a tu lado, que no se quiera lavar las manos, que no se quiera meter en la bañera y una vez que ya está dentro, no se quiera salir....Todo esto llevaba unos días que me desesperaba, le regañaba más de la cuenta, le gruñía....El otro día mismamente, le metí un grito que me dejó tan echa polvo que no levanté cabeza en toda esa tarde.

El Gnomito tiene la manía de que cuando acaba de comer o ya no quiere más, se pone a jugar con el plato, le da la vuelta y le da con la cuchara como si fuera un tambor, lo chupa, etc. Y el otro día, le había dicho ya como 5 veces que no se juega con el plato, y a la sexta se le cayó el plato al suelo y se hizo añicos. Le regañé, le mandé al rincón, lloró un montón....y luego le fui a buscar, le enseñé el plato roto, le dije que no se jugaba con el plato, etc, y le perdoné. Le volví a sentar a seguir merendando, esta vez con un plato de plástico, advirtiéndole que no jugara con el plato. Y en cuanto me di la vuelta le veo con el plato del revés otra vez. Le solté un "¡¡¡¡Gnomito, el plato!!!!!!!" con un berrido que me asusté hasta yo, pegó un bote el pobre del susto y se puso a llorar...me sentí fatal, sobre todo porque solo conseguí asustarle, no que comprendiera el porqué del grito.

En fin, el caso es que me alegro de que Papi haya hablado conmigo y me haya abierto los ojos. Ahora que soy más consciente de mi actitud, espero poder controlarla y tener más paciencia con mi pequeñín, que ni tiene la culpa ni entiende que mami esté muy cansada.

Espero poder descansar más durante la semana santa y volver con energías renovadas, pasar la ecografía de las 12 semanas con buena nota y ya pasar al segundo trimestre, que es el mejor del embarazo. Quizá es mucho pedir no?? Bueno, con que la eco salga bien me conformo entonces...

2 comentarios:

  1. Leyendo tus posts rememoro mis experiencias con las peques, que ya parecen tan lejanas, y me entanta. Enhorabuena por el equipo que formais. Es normal que estés más cansada y tengas menos paciencia. El Gnomito también tendrá que aprender que a partir de ahora no va a ser el único que reclame y obtenga atención y paciencia... es lo natural. Y el papi también lo experimentará cuando nazca el bebé porque ahora sólo lo vives tu pero luego el cansancio, físico y mental, será compartido y el Gnomito se adaptará, como todos, y sereis la versión 2.0 de la familia maravillosa que formais.

    ResponderEliminar
  2. Lo que me echa para atrás de un segundo embarazo es justo lo que cuentas. Yo creo que las hormonas tienen mucho que ver y el primer trimestre es cuando se está más alborotada, así que seguro que todo mejora en unas semanas. ¡Ánimo!

    ResponderEliminar