miércoles, 9 de septiembre de 2015

El ingeso de Pulguita en el hospital


Ya he contado muchas veces que el Gnomito es propenso a padecer enfermedades relacionadas con los pulmones: bronquiolitis, bronquitis, broncoespasmo, incluso una neumonía.

Pulguita nació en Noviembre, época del año ideal para la proliferación de virus varios de guardería. Y con un niño de 2 años en casa, por muchas precauciones que tomes, es inevitable que los virus campen a sus anchas.

Seguramente no fue el Gnomito directamente el que la contagió, ya que en esa época apenas se acercaba a su hermana. Sería a través de mi o de Papi, que estamos en contacto permanente con ambos.

El caso es que, tenía Pulguita dos meses y era la madrugada del 5 de Enero. Pulguita tenía muchos mocos y tos, estaba inquita, no estaba descansando bien. Y nosotros, que ya tenemos bien aprendidos los síntomas, empezamos a agobiarnos. La desnudamos y vimos que se le marcaban mucho las costillas al respirar, parecía agobiada. Además había vomitado varias veces por la tos.

Siendo las 3 de la mañana en pleno invierno, y teniendo otro hijo pequeño en casa, es más difícil tomar la decisión de coger la mochila e irte al hospital. Pero finalmente la tomamos. Papi de quedó en casa con el Gnomito, y yo me puse un chándal, metí 4 cosas en una mochila, envolví a Pulguita en una manta, la metí en el coche y al hospital.

 Siempre te queda la duda de si te tacharán de madre histérica. Pero yo seguí mi instinto. Mi hija no estaba bien, y solo tenía dos meses.

Allí me lo confirmaron. Tras examinarla y tomarle una muestra de moco para identificar el virus, era bronquiolitis. Y debido a la corta edad de la niña, me la ingresaban. Me cayó como un jarro de agua fría. El Gnomito había pasado muchas como esa o peores, y nunca le habían ingresado. Yo pensaba en mi niña. Sus primeros Reyes, ingresada en el hospital. Y pensaba en mi niño, que iba a subir en una carroza de la cabalgata de Reyes, y no estarían ni su madre ni su hermana para verle. Vendrían los Reyes con estas circunstancias? Me daba una pena horrible, por tener a mi hija ingresada, pero además por las fechas en las que estábamos.

Para colmo nos pusieron un cartel en la puerta de la habitación, indicando que era un paciente algo así como “infeccioso”, con visitas restringidas y uso de guantes y mascarilla para tratarle. Pobre mía. Su hermano no podía venir a verla. Papi venía a ratos, tenía el corazón dividido, tenía que cuidar del Gnomito pero su hija estaba en el hospital y él no podía estar con ella todo el tiempo. Los abuelos sí pudieron venir, agradecí enormemente su compañía.

Nos dieron una habitación con una cunita y un sofá, en el que yo pude quedarme las 24 horas del día. Papi me trajo ropa y sábanas. El hospital me proporcionaba desayuno, comida y cena. La cunita apenas la usamos. La niña dormía conmigo en el sofá. Agradezco enormemente el trato que recibimos en el hospital, ya que sé que en algunos o no te dejan quedarte con el niño, o si te dejan, no te proporcionan absolutamente nada, ni de comida ni sitio para dormir. En este caso sí, incluso no oí ni un comentario sobre que no usáramos la cuna y la niña durmiera conmigo.

 El tratamiento era suave, tenía un pulsioxímetro conectado en el piececillo las 24 horas, para controlar la saturación de oxígeno. Y cada 4 horas, aerosoles de suero. En ocasiones le subía algo de fiebre y le daban Paracetamol.

Era 5 de enero, víspera de Reyes. De repente empecé a oír jaleo por el pasillo y al momento entró un séquito de pajes perfectamente vestidos, y detrás sus majestades los 3 Reyes Magos!! Llamaban a Pulguita por su nombre, y también sabían su edad. Son magos de verdad!! La trajeron un regalito, un juguete para bebés.

Al rato vino también un equipo entero de rugby. Unos tíos enormes y barbudos, que traían de regalo un balón de rugby dedicado, con el nombre de mi niña. “Con cariño de tus amigos del Madrid Barbarians”, rezaba la dedicatoria. Unos tíos tan grandotes, y tan tiernos a la vez. A ver qué hacía una bebé de dos meses con un balón de rugby! Pues ahí lo tiene, recuerdo de sus amigos los barbudos.

 Nos hicimos fotos con los reyes y los barbudos, fueron unas visitas preciosas, pero agridulces.

Siempre veo en el telediario cuando los deportistas o gente famosa van a los hospitales a ver a los niños enfermos en días especiales como este. Les llevan regalos que la gente dona “para los niños enfermos”. Los ves por la tele y te da penita por esos niños. Pero cuando un día es tu hija la “niña enferma” que recibe esa visita…se te parte el alma. Y eso que era una enfermedad menor! Me sentí muy cerca de esas familias que tienen a sus hijos realmente enfermos. No soy capaz de imaginar su sufrimiento.

Por la tele estaban retransmitiendo la cabalgata de Reyes, y mi whattsapp estaba que echaba humo, enviándome fotos de Papi y el Gnomito disfrazados y montados en una carroza de la cabalgata de nuestro pueblo. Y yo me lo estaba perdiendo.

Papi y yo decidimos que, como el Gnomito aún era pequeño y no controlaba bien las fechas, qué más daba que los Reyes vinieran con un día de retraso?? Preferíamos darle los regalos estando los 4 juntos en casa, en lugar de recibirlos el mismo día 6 de enero, pero estar solitos Papi y él.

 El 6 de enero el Gnomito vino al hospital. Papi se quedó con Pulguita en la habitación, y yo bajé a la cafetería a pasar unas horas con él, siempre y cuando Pulguita no demandara su teta. Cuando llegó el momento de despedirnos, el Gnomito lloraba mucho, se agarraba a mí y me decía “Mami ven a casa”. Me rompió el corazón.

Fueron unos días muy tristes para mi. Por suerte Pulguita estaba evolucionando muy bien. La mañana del 7 de enero le dieron el alta, y pudimos irnos a casa!!

 Ese día el Gnomito había vuelto a la guarde, así que lo primero que hicimos fue preparar todos los regalos, para que los encontrara al llegar. Fuimos Papi, Pulguita y yo a recogerle a la guarde, qué alegría se llevó. Y al llegar a casa…habían venido los Reyes!!! Por fin pudimos disfrutar del momento los 4 en familia.

 Fueron unos días malos, afortunadamente fue una enfermedad leve, pero desde entonces me siento más cerca de esos padres que sufren de verdad por las enfermedades de sus hijos, y por tener a su familia dividida.

 Al final, como dicen las abuelas, que no nos falte la salud!

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