martes, 6 de agosto de 2013
Preparándonos para la guarde
El Gnomito en breve cumplirá un añito, y va a coincidir con el comienzo del curso escolar. Como ya sabéis, desde que me incorporé al trabajo, las abuelas han cuidado del pequeñín, una semana cada una. Han sido las mejores manos que mi niño podía tener durante estos meses, ha estado feliz con sus abuelos, mimado, querido, han tenido una paciencia infinita con él, con las comidas, con las siestas, con las medicinas cuando ha estado malito.
Pero ya cumple un año, y Papi y yo hemos decidido que es momento de empezar una nueva etapa, y empezar en la Escuela Infantil. Allí se relacionará con otros niños de su edad, aprenderá a ser más independiente, a comer otras comidas diferentes a las de mamá, y dormir la siesta junto con sus compañeros, no en los brazos de mamá/la abuela...Siempre contando con el respaldo de las abuelas, que seguirán ahí al pie del cañón para echarnos una mano cuando se ponga malito (que imagino será muy a menudo), o si el periodo de adaptación se alarga más de lo previsto porque al Gnomito le cueste un poco adaptarse.
Nuestro peque irá a una Escuela Infantil privada. En la Comunidad de Madrid, conceden becas SOLO para escuelas privadas. Aún estamos pendientes de saber si nos la han concedido, pero de ser así, entre la beca y los 100 euros de madre trabajadora, nos sale más barata la privada que la pública.
Además, es una escuela pequeña, muy familiar, el director y su hija son los que la llevan, les conocemos de toda la vida y nos dan infinita confianza. Y como guinda, mi sobrina ha ido durante dos años y está encantada, tanto ella como sus papás. Así que tuvimos claro desde el principio que el Gnomito iría a ESA escuela.
Hace unos días tuvimos una cita allí para que nos explicaran todo de cara al comienzo del curso. Nos explicaron que el curso de 1-2 años es en el que más se notan los cambios. Los peques entran siendo bebés, y salen siendo niñitos. Aprenderá a relacionarse con otros niños, aunque nos advierten que este curso es en el que más se pelean, porque aún no entienden qué es "compartir", que pronto aprenderá a decir "no" y "mío". Empezará comiendo purés que le dará su cuidadora, y terminará comiendo sólido, y solito. Aprenderá a dormir la siesta tumbado en una colchoneta junto con el resto de sus compañeros. En definitiva, no tienen unos grandes objetivos académicos, por supuesto que aprenderá a pintar, canciones, colores, nuevas palabras, pero sobre todo a ser más autónomo y a relacionarse.
El Gnomito hará un horario de 8 a 16h, desayunará y comerá allí. Así que tenemos que llevarle pañales, toallitas, biberón, leche de continuación y cereales, aunque cuando empiece a tomar leche de vaca, ya no tenemos que llevarle el desayuno sino que se lo dan allí. Nos han regalado una mochilita de la escuela, donde deberá meter una muda y el resto de sus cositas. Y tenemos que comprarle un babi!
Serán 14 niños en su clase, y tendrán dos educadoras, una de ellas, Jessica, será su tutora.
Respecto a la adaptación, de momento el primer día irá solo media hora. Dicen que es mejor que se queden con ganas de más, a que se le haga largo. Y según vaya el primer día, iremos viendo cómo seguimos. Nos hemos reservado unos días de vacaciones para estar con él estos primeros días.
Me hace muchísima ilusión, solo espero que viva esta etapa feliz, como lo ha sido hasta ahora, y no le suponga un trauma. Es un niño muy sociable y nunca ha extrañado a nadie, esperemos que lleve su nueva etapa con la mayor naturalidad, que se sienta confiado con sus profesoras, y querido por sus papás que le estarán esperando en la puerta cargados de amor. Mi niño hará sus primeros amigos, quién sabe si alguna de esas amistades no será de esas que duran toda la vida...
El 2 de Septiembre es el día "D", así que ya os contaré cómo va todo!
lunes, 5 de agosto de 2013
Verano, Verano, Verano...
...me esperan la playa y el sol...ya llegan las vacaciones, porque el cole ya terminó...
Esta canción de los Cantajuegos retumba en mi cabeza, y es que solo me queda hoy y mañana de trabajar, por fin, llegan las vacaciones!!!
Por motivos laborales tanto Papi como yo no podemos coger las vacaciones hasta agosto, y todos los años, el mes de Julio se me hace eterno, 31 días sin un mísero festivo! Me cuesta coger el sueño por el calor, sin embargo mi despertador no entiende de eso y sigue sonando a las 6.50 el muy */&%$. Por suerte tengo jornada intensiva y voy a comer a casa, bueno, a casa de los abuelos, que aprovechando que cuidan del Gnomito y que tenemos que ir a buscarle...pues nos dan de comer, cosa que se agradece infinito. Algunos días si el peque no está muy cansado, la abuela le aguanta despierto hasta que yo llego y como, y así nos echamos la siesta juntos. Es un gustazo!!
Estos dos días que nos quedan prometen ser un estrés total. Por suerte en el trabajo quedamos 4 gatos así que el ritmo de trabajo es tranquilo y relajado...pero al llegar a casa....horror!! Me esperan maletas, cocinar purés variados como loca para llevarnos, pasar por casa de los abuelos#1, que ya están de vacaciones, para regarles, vaciarles el buzón, etc....planchar el sinfín de lavadoras que hemos puesto estos días para llevarnos la ropa limpia, dejar todo comprado para celebrar el cumple del Gnomito a la vuelta...en fin, mucho que hacer, y poco tiempo. A ver cómo salimos de esta!
Como ya he contado en alguna ocasión, El Gnomito lo pasa mal en el coche, eso de estar sentado y atado mucho rato como que no va con él, así que tenemos que idear el viaje para que le coincida con alguna siesta.
El problema es que en esta ocasión nos vamos a Galicia, que son más de 6 horas de viaje, así que "una siesta" no es suficiente para tener un viaje más o menos tranquilo. Hemos decidido salir a las 3 de la madrugada...La teoría es que montaremos al Gnomito dormido en el coche y dormirá plácidamente al menos hasta las 7 o las 8. Momento en que pararemos a desayunar, y solo nos quedarán una o dos horas de viaje, para las cuales iré cargadita de cuentos y de dibujos y canciones en la tablet para entretenerle. Veremos cómo sale! Esta es la teoría....la realidad, ya veremos.
No contentos con eso, la segunda parte de nuestras vacaciones consiste en atravesar la península de oeste a este, y hacernos un Galicia-Levante con parada técnica con noche en Madrid. Ideal para un niño que odia el coche verdad? Ya os contaré, ya...
A pesar del agobio que me suponen los preparativos y el viaje en coche, estoy muy ilusionada con nuestras primeras vacaciones en familia. Voy a hacer un juego de "Realidad vs. Blog", es decir, voy a poner aquí lo que espero de mis vacaciones....y a la vuelta, veremos si se han cumplido mis expectativas o la realidad, como siempre, supera a la ficción:
Con estos pensamientos me quedo, y que pasen rápido estos dos días, que ya las estoy rozando, puedo sentirlas, ya llegan....VACACIONEEEEES!!!
Esta canción de los Cantajuegos retumba en mi cabeza, y es que solo me queda hoy y mañana de trabajar, por fin, llegan las vacaciones!!!
Por motivos laborales tanto Papi como yo no podemos coger las vacaciones hasta agosto, y todos los años, el mes de Julio se me hace eterno, 31 días sin un mísero festivo! Me cuesta coger el sueño por el calor, sin embargo mi despertador no entiende de eso y sigue sonando a las 6.50 el muy */&%$. Por suerte tengo jornada intensiva y voy a comer a casa, bueno, a casa de los abuelos, que aprovechando que cuidan del Gnomito y que tenemos que ir a buscarle...pues nos dan de comer, cosa que se agradece infinito. Algunos días si el peque no está muy cansado, la abuela le aguanta despierto hasta que yo llego y como, y así nos echamos la siesta juntos. Es un gustazo!!
Estos dos días que nos quedan prometen ser un estrés total. Por suerte en el trabajo quedamos 4 gatos así que el ritmo de trabajo es tranquilo y relajado...pero al llegar a casa....horror!! Me esperan maletas, cocinar purés variados como loca para llevarnos, pasar por casa de los abuelos#1, que ya están de vacaciones, para regarles, vaciarles el buzón, etc....planchar el sinfín de lavadoras que hemos puesto estos días para llevarnos la ropa limpia, dejar todo comprado para celebrar el cumple del Gnomito a la vuelta...en fin, mucho que hacer, y poco tiempo. A ver cómo salimos de esta!
Como ya he contado en alguna ocasión, El Gnomito lo pasa mal en el coche, eso de estar sentado y atado mucho rato como que no va con él, así que tenemos que idear el viaje para que le coincida con alguna siesta.
El problema es que en esta ocasión nos vamos a Galicia, que son más de 6 horas de viaje, así que "una siesta" no es suficiente para tener un viaje más o menos tranquilo. Hemos decidido salir a las 3 de la madrugada...La teoría es que montaremos al Gnomito dormido en el coche y dormirá plácidamente al menos hasta las 7 o las 8. Momento en que pararemos a desayunar, y solo nos quedarán una o dos horas de viaje, para las cuales iré cargadita de cuentos y de dibujos y canciones en la tablet para entretenerle. Veremos cómo sale! Esta es la teoría....la realidad, ya veremos.
No contentos con eso, la segunda parte de nuestras vacaciones consiste en atravesar la península de oeste a este, y hacernos un Galicia-Levante con parada técnica con noche en Madrid. Ideal para un niño que odia el coche verdad? Ya os contaré, ya...
A pesar del agobio que me suponen los preparativos y el viaje en coche, estoy muy ilusionada con nuestras primeras vacaciones en familia. Voy a hacer un juego de "Realidad vs. Blog", es decir, voy a poner aquí lo que espero de mis vacaciones....y a la vuelta, veremos si se han cumplido mis expectativas o la realidad, como siempre, supera a la ficción:
- Echarnos largas siestas, Mami+Gnomito, Mami+Papi, Mami+Papi+Gnomito, Mami sola....
- Salir a cenar alguna noche y, bien que el Gnomito aguante despierto, bien que se duerma feliz en su carrito.
- Disfrutar de la playa y de jugar en la arena.
- Que el Gnomito aguante un poco más por la noche, se acueste más tarde, y amanezca más tarde. Sincronizar horarios, en definitiva.
- Jugar los 3 en la cama recién despiertos, y desayunar en pijama y sin prisa.
- Disfrutar de las reuniones familiares que nos esperan, esto es, que el peque pueda dormir la siesta y comer tranquilo en dichas reuniones, para que esté contento y disfrute de la gente.
- Disfrutar de las ricas comiditas gallegas y alicantinas: marisco, empanada, churrasco, paella, raciones veraniegas...
Con estos pensamientos me quedo, y que pasen rápido estos dos días, que ya las estoy rozando, puedo sentirlas, ya llegan....VACACIONEEEEES!!!
jueves, 1 de agosto de 2013
11 meses
Mi Gnomito precioso, hace dos días has cumplido 11 meses, qué rápido se me está pasando el tiempo desde que estás con nosotros! Me parece mentira que dentro de nada cumplas ya un añito y dejen de preguntarme "Qué tiempo tiene?" para preguntarme "Cuántos años tiene?".
Tu cumplemes ha sido un poco accidentado, nos pilló con Papi de viaje y tú llevabas unos días con fiebre, pero el día que cumplías meses te pusiste con casi 40 de fiebre y tuvimos que llevarte al médico los abuelos y yo, me asusté un poco la verdad, de verte tan malito. Pero bueno te mandaron antibiótico y mejoraste enseguida, además Papi por fin volvió de su viaje y ya estamos los 3 felices y contentos, y juntitos.
En cuestión de dos semanas te han salido los dos dientes de abajo, y te asoma un paleto de arriba! Va a ser verdad lo que me decía todo el mundo cuando te veían sin dientes "al final le saldrán todos a la vez", y es verdad, estás echando dientes sin parar. Y no te quejas nada!! Te metes la mano entera en la boca, eso sí, pero no pareces muy molesto por los dientes. Bastante has tenido estos días con tu gargantita. Eso sí que tenía que dolerte, pobre mío.
En estas últimas semanas hemos descubierto nuevos juguetes que te encantan. El que más, las llaves de casa! Te las doy cuando nos montamos en el coche y vas como la seda de tranquilo, jugando y baboseando las llaves. Otro descubrimiento son los cuentos. Con lo inquieto que tú eres! Pues te encanta que te siente en mis rodillas y te "lea" un cuento. Tus cuentos son de esos sencillos que viene un dibujo y la palabra correspondiente. Te encanta que te diga qué es cada cosa. Incluso has empezado a señalar cuando te digo "dónde está la pelota?" o "dónde está el reloj?". El otro día me dio la sensación hasta de que me "pediste" a tu manera que te leyera un cuento. Le dabas manotazos al cuento y a la vez extendías el otro brazo hacia mi. Cuando viste que me sentaba contigo a leer el cuento te pusiste tan contento, yo creo que sí, que me lo pediste!
Estás a puntito de echarte a andar!! Andas perfectamente agarrado solo con una mano, a veces solo es apoyo psicológico, porque notamos que guardas el equilibrio perfectamente, pero cuanto notas que te vamos a soltar....sacas el culete para tirarte al suelo. Aún te da miedo ir solo. Pero poco te queda para soltarte!
Sigues siendo un pececillo en la piscina. Tienes completamente dominado el lanzarte al agua cuando te sentamos en el bordillo, y casi casi también cuando te sumergimos la cabeza, aunque a veces todavía tragas un poco de agua. Llevas unos días sin pisci, pobrecito, pero con tu garganta pochilla no nos atrevemos a que nos cojas frío.
Este ha sido el último mes con las abuelas. Ahora nos espera un mes de vacaciones y de estar con Papi y Mami 24 horas al día!! Y a la vuelta, celebraremos tu cumpleaños y empezarás una nueva etapa en tu vida, la guarde!!
Te nos haces mayor mi pequeñín, ojalá se parara el tiempo para poder disfrutar un poco más de tus pequeños avances de cada día!!
Te quiere con locura,
Mamá
lunes, 29 de julio de 2013
El Gnomito está malito
Hoy es lunes, me siento agotada y con el ánimo muy bajito.
Resulta que Papi a veces tiene que viajar por trabajo. Y resulta, que por algún extraño motivo, al Gnomito le da por ponerse malo justo cuando Papi se va. Ya nos ha pasado varias veces. Y este fin de semana, otra vez.
Resultado: Papi a miles de kilómetros, preocupado y sientiéndose en el sitio equivocado. Mami hecha un mar de dudas, de no saber qué hacer, de sufrir por ver malito al peque, y agotada por tener que ir a trabajar.
Ayer Papi tuvo que coger un vuelo bien temprano. El Gnomito había tenido algo de fiebre por la noche pero por la mañana estaba bien. Nada preocupante. Papi se fue con la mosca detrás de la oreja, pero más o menos tranquilo.
Fue al despertar de su siesta cuando le noté arder, pobre mío. Le di Apiretal con mucho miedo, ya que el Gnomito es de esos niños a los que el Apiretal les provoca arcadas y si ha comido recientemente lo echa todo fuera. Entre arcada y arcada, gota a gota, conseguí que se lo tomara. Además le di un bañito y enseguida se recuperó. Es increíble el efecto del Apiretal, alias "resucitaniños".
Pasamos la tarde bastante bien, de hecho vinieron algunos amigos y hasta salimos a dar una vuelta. Entonces, para fastidiar ese rato de tregua que nos estaba dando la fiebre, no se me ocurre otra cosa que darle una patata frita (de las de bolsa) al niño...total, como ya tiene dominado el pan y las galletas, pues que vaya practicando con otro tipo de sólidos. MAL MAL MAL. Se le debió quedar pegado un trocito de patata y empezó con las arcadas, y ALAAAA! toda la merienda fuera. En su ropa y en la mía. Menos mal que estábamos al lado de casa, tuvimos que subir a cambiarnos. Bajamos de nuevo a la calle.
Otro buen ratito sentados con los amigos en una terraza. Que si andando para allá, para acá (cogido de mi mano claro), que si me subo los escalones del bar, que si súbeme a la moto de monedas. Sin parar. Hasta que de repente quiere brazos. Cosa rara en él. Se me va acurrucando y él solito se me queda frito. Yo sigo charlando un rato más con los amigos, pero mientras duerme empiezo a notar cómo se va recalentando...Horror!! Vuelve la fiebre, solo 4 horas después del Apiretal!!
Ale, nos vamos para casa. Y ahí estamos. 38,5 de fiebre y el Gnomito y yo solos en casa. Ahí empiezan las dudas. Qué hago? En el prospecto pone que se le de Apiretal cada 6 horas, solo han pasado 4 pero está con 38.5. Le doy? No le doy?. Papi, qué hacemos? Ay no, que Papi está a miles de kilómetros.
Decido darle un baño a ver si le baja un poco y así hacemos tiempo a que pasen esas 6 horas. El baño le espabila un poco, hasta juega con sus muñecos. Le tengo un buen rato para que se refresque bien, pero al final me alza los brazos para que le saque. Me lloriquea. Está muy ñoño. Le miro: 38.2. Ha bajado algo pero aquí va a hacer falta medicina.
Después de haber vomitado toda la merienda el Gnomito estaba muerto de hambre así que se tomó su tanque de leche con cereales de un trago casi. Bien, tiene apetito, es buena señal. Y está muerto de sueño, así que llegan las dudas de nuevo. Han pasado 4,5 horas desde el Apiretal. Qué hago, espero las 6 horas? Para entonces llevará hora y media dormido y tendré que despertarle para darle la medicina, además igual ya tiene la fiebre más alta para entonces. Y si no espero, pasará algo? Papi, qué hacemos! Joderrrr! que no está Papi! Bueno, pues ale vamos a darle la medicina y que descanse. Claro que como el Apiretal le da arcadas y acaba de llenarse el buche, mejor le doy el Paracetamol en supositorio.
Momentazo Mr. Bean. Decido tumbar al Gnomito en mi cama, que ahí puedo hacerle un placaje para que no se mueva. El primer supo se me parte por la mitad. Mierdaaa! lo dejo en el suelo. Cojo otro supositorio y consigo sacarlo, no sin dificultad, sin romperlo. Venga hijo, que te cojo las piernas, te abro el culete y pa dentro. JA! no me lo iba a poner tan fácil claro. El niño empieza a revolverse, a girarse, a quejarse, y yo con sus piernas cogidas con una mano y el supositorio en la otra. Cómo narices le abro el culete si no tengo más manos? Al final hice uso de todo mi cuerpo, le hice una llave de judo para inmovilizarle, y por fin, consigo meterle al pobre el supositorio, y claro, hay que apretarle los cachetes para que no lo expulse, pero en cuanto el niño se vio medio libre ya le tenía gateando por la cama. Bien, tú gatea, pero yo te persigo apretándote el culillo no vayas a echar el dichoso supositorio. Y en esas...NOOOO! he pisado el supositorio que se me había roto antes. Ahora tengo una pequeña plasta pegada en el suelo.
Tras unos minutos de esa guisa, doy por ganada la batalla del supositorio. Bien!! Para facilitar las cosas, el peque se quedó dormido enseguida, aunque yo tenía mis dudas dada la lucha cuerpo a cuerpo que acabábamos de tener.
Tras recoger, preparar las cosas del día siguiente, y cenar, me voy a dormir a la cama que hay en el cuarto del Gnomito, así le tengo más cerca para ver si le sube o le baja la fiebre, o si da la cara algún otro síntoma. Pero esa cama es infernal!!! Aguanto como puedo hasta la 1 de la mañana....toco al niño y le noto fresco. No hay fiebre. Yo me piro a mi cama que tengo la espalda partida ya de este colchón. Consigo dormir un par de horas y...GUAAAAAA!! Bebé llorando. Voy a verle y...NOOOO! está ardiendo de nuevo!! 38,5 otra vez. Han pasado 6 horas desde el supositorio, pero éste tiene más dosis que el Apiretal y no puedo darle nada hasta pasadas 12 horas. Tenemos que pasar la noche como sea. Otra vez las dudas. Le doy un baño a ver si le bajo un poco la fiebre? Papi? Joder, que Papi no está. Decido que es una faena para el niño que está medio frito meterle en la bañera a las 3 de la mañana, así que me lo llevo a mi cama, que así le tengo al lado para tocarle e ir controlando la temperatura. Pasamos la noche más o menos, muchos despertares y muy lloricoso. El pobre es una estufita humana en plena noche de verano que además solo quería estar muy muy pegadito a mi. El último lloriqueo es a las 6.40. Faltan solo 10 minutos para que me suene el despertador, así que decido llevarle a su cuna para poder ducharme, que dado lo móvil que se ha vuelto este niño, no me atrevo a dejarle solo en mi cama, aunque esté dormido. Le dejo. Todo en calma. Y me meto rápido en la ducha no sea que se despierte. Pues en el momento en que más jabón tenía sobre el cuerpo...GUAAAAAAA!!!! Ay madre. Ya voy! Mojada y enjabonada y con la toalla medio puesta voy y me lo encuentro ya de pie en su cuna diciendo que ya no quiere dormir más, y que quiere estar en brazos. Así que entre brazos y todo tipo de entretenimientos (incluido mi desodorante, el mando de la tele, el movil...), he conseguido vestirme, desayunar, llevarle a casa de la abuela y llegar a trabajar solo 7 minutos tarde. Bien!!
Ahora me ha llamado la abuela y ha desayunado bien, ha dormido una horita y no tiene fiebre. A ver cómo va pasando el día! Seguro que se está reservando para cuando vuelva de trabajar...
En días como hoy admiro a las madres/padres que crían solos a sus hijos. Cuando estamos Papi y yo todo parece más fácil, todo lo decidimos entre los dos, y aunque nos surgen mil dudas, entre los dos decidimos y tiramos para delante. Pero estando sola me bloqueo. Todo son dudas, no sé qué hacer y me cuesta mucho decidir. Esta noche me he visto paseando por el pasillo con el niño en brazos, ardiendo, sin saber qué hacer. Y mientras dudaba, paseaba por el pasillo, y venga a pasear, no sé si esperaba que milagrosamente Papi apareciera por la puerta. Hoy vengo a trabajar agotada, y como os decía al principio, con el ánimo bajito. Lo paso fatal de ver a mi niño malito, y echo muchísimo de menos a Papi, aunque intento no hacérselo notar demasiado para que no se sienta aún más preocupado. Pero se me hace un mundo!!
Hoy la semana ha empezado muy cuesta arriba, nos quedan 2 noches más de estar sin Papi y creo que serán igual de moviditas que la de hoy, o al menos eso es lo más positivo que soy capaz de pensar en este momento. Hoy me voy a permitir un donut de chocolate a media mañana, a ver si me animo ;-)
Resulta que Papi a veces tiene que viajar por trabajo. Y resulta, que por algún extraño motivo, al Gnomito le da por ponerse malo justo cuando Papi se va. Ya nos ha pasado varias veces. Y este fin de semana, otra vez.
Resultado: Papi a miles de kilómetros, preocupado y sientiéndose en el sitio equivocado. Mami hecha un mar de dudas, de no saber qué hacer, de sufrir por ver malito al peque, y agotada por tener que ir a trabajar.
Ayer Papi tuvo que coger un vuelo bien temprano. El Gnomito había tenido algo de fiebre por la noche pero por la mañana estaba bien. Nada preocupante. Papi se fue con la mosca detrás de la oreja, pero más o menos tranquilo.
Fue al despertar de su siesta cuando le noté arder, pobre mío. Le di Apiretal con mucho miedo, ya que el Gnomito es de esos niños a los que el Apiretal les provoca arcadas y si ha comido recientemente lo echa todo fuera. Entre arcada y arcada, gota a gota, conseguí que se lo tomara. Además le di un bañito y enseguida se recuperó. Es increíble el efecto del Apiretal, alias "resucitaniños".
Pasamos la tarde bastante bien, de hecho vinieron algunos amigos y hasta salimos a dar una vuelta. Entonces, para fastidiar ese rato de tregua que nos estaba dando la fiebre, no se me ocurre otra cosa que darle una patata frita (de las de bolsa) al niño...total, como ya tiene dominado el pan y las galletas, pues que vaya practicando con otro tipo de sólidos. MAL MAL MAL. Se le debió quedar pegado un trocito de patata y empezó con las arcadas, y ALAAAA! toda la merienda fuera. En su ropa y en la mía. Menos mal que estábamos al lado de casa, tuvimos que subir a cambiarnos. Bajamos de nuevo a la calle.
Otro buen ratito sentados con los amigos en una terraza. Que si andando para allá, para acá (cogido de mi mano claro), que si me subo los escalones del bar, que si súbeme a la moto de monedas. Sin parar. Hasta que de repente quiere brazos. Cosa rara en él. Se me va acurrucando y él solito se me queda frito. Yo sigo charlando un rato más con los amigos, pero mientras duerme empiezo a notar cómo se va recalentando...Horror!! Vuelve la fiebre, solo 4 horas después del Apiretal!!
Ale, nos vamos para casa. Y ahí estamos. 38,5 de fiebre y el Gnomito y yo solos en casa. Ahí empiezan las dudas. Qué hago? En el prospecto pone que se le de Apiretal cada 6 horas, solo han pasado 4 pero está con 38.5. Le doy? No le doy?. Papi, qué hacemos? Ay no, que Papi está a miles de kilómetros.
Decido darle un baño a ver si le baja un poco y así hacemos tiempo a que pasen esas 6 horas. El baño le espabila un poco, hasta juega con sus muñecos. Le tengo un buen rato para que se refresque bien, pero al final me alza los brazos para que le saque. Me lloriquea. Está muy ñoño. Le miro: 38.2. Ha bajado algo pero aquí va a hacer falta medicina.
Después de haber vomitado toda la merienda el Gnomito estaba muerto de hambre así que se tomó su tanque de leche con cereales de un trago casi. Bien, tiene apetito, es buena señal. Y está muerto de sueño, así que llegan las dudas de nuevo. Han pasado 4,5 horas desde el Apiretal. Qué hago, espero las 6 horas? Para entonces llevará hora y media dormido y tendré que despertarle para darle la medicina, además igual ya tiene la fiebre más alta para entonces. Y si no espero, pasará algo? Papi, qué hacemos! Joderrrr! que no está Papi! Bueno, pues ale vamos a darle la medicina y que descanse. Claro que como el Apiretal le da arcadas y acaba de llenarse el buche, mejor le doy el Paracetamol en supositorio.
Momentazo Mr. Bean. Decido tumbar al Gnomito en mi cama, que ahí puedo hacerle un placaje para que no se mueva. El primer supo se me parte por la mitad. Mierdaaa! lo dejo en el suelo. Cojo otro supositorio y consigo sacarlo, no sin dificultad, sin romperlo. Venga hijo, que te cojo las piernas, te abro el culete y pa dentro. JA! no me lo iba a poner tan fácil claro. El niño empieza a revolverse, a girarse, a quejarse, y yo con sus piernas cogidas con una mano y el supositorio en la otra. Cómo narices le abro el culete si no tengo más manos? Al final hice uso de todo mi cuerpo, le hice una llave de judo para inmovilizarle, y por fin, consigo meterle al pobre el supositorio, y claro, hay que apretarle los cachetes para que no lo expulse, pero en cuanto el niño se vio medio libre ya le tenía gateando por la cama. Bien, tú gatea, pero yo te persigo apretándote el culillo no vayas a echar el dichoso supositorio. Y en esas...NOOOO! he pisado el supositorio que se me había roto antes. Ahora tengo una pequeña plasta pegada en el suelo.
Tras unos minutos de esa guisa, doy por ganada la batalla del supositorio. Bien!! Para facilitar las cosas, el peque se quedó dormido enseguida, aunque yo tenía mis dudas dada la lucha cuerpo a cuerpo que acabábamos de tener.
Tras recoger, preparar las cosas del día siguiente, y cenar, me voy a dormir a la cama que hay en el cuarto del Gnomito, así le tengo más cerca para ver si le sube o le baja la fiebre, o si da la cara algún otro síntoma. Pero esa cama es infernal!!! Aguanto como puedo hasta la 1 de la mañana....toco al niño y le noto fresco. No hay fiebre. Yo me piro a mi cama que tengo la espalda partida ya de este colchón. Consigo dormir un par de horas y...GUAAAAAA!! Bebé llorando. Voy a verle y...NOOOO! está ardiendo de nuevo!! 38,5 otra vez. Han pasado 6 horas desde el supositorio, pero éste tiene más dosis que el Apiretal y no puedo darle nada hasta pasadas 12 horas. Tenemos que pasar la noche como sea. Otra vez las dudas. Le doy un baño a ver si le bajo un poco la fiebre? Papi? Joder, que Papi no está. Decido que es una faena para el niño que está medio frito meterle en la bañera a las 3 de la mañana, así que me lo llevo a mi cama, que así le tengo al lado para tocarle e ir controlando la temperatura. Pasamos la noche más o menos, muchos despertares y muy lloricoso. El pobre es una estufita humana en plena noche de verano que además solo quería estar muy muy pegadito a mi. El último lloriqueo es a las 6.40. Faltan solo 10 minutos para que me suene el despertador, así que decido llevarle a su cuna para poder ducharme, que dado lo móvil que se ha vuelto este niño, no me atrevo a dejarle solo en mi cama, aunque esté dormido. Le dejo. Todo en calma. Y me meto rápido en la ducha no sea que se despierte. Pues en el momento en que más jabón tenía sobre el cuerpo...GUAAAAAAA!!!! Ay madre. Ya voy! Mojada y enjabonada y con la toalla medio puesta voy y me lo encuentro ya de pie en su cuna diciendo que ya no quiere dormir más, y que quiere estar en brazos. Así que entre brazos y todo tipo de entretenimientos (incluido mi desodorante, el mando de la tele, el movil...), he conseguido vestirme, desayunar, llevarle a casa de la abuela y llegar a trabajar solo 7 minutos tarde. Bien!!
Ahora me ha llamado la abuela y ha desayunado bien, ha dormido una horita y no tiene fiebre. A ver cómo va pasando el día! Seguro que se está reservando para cuando vuelva de trabajar...
En días como hoy admiro a las madres/padres que crían solos a sus hijos. Cuando estamos Papi y yo todo parece más fácil, todo lo decidimos entre los dos, y aunque nos surgen mil dudas, entre los dos decidimos y tiramos para delante. Pero estando sola me bloqueo. Todo son dudas, no sé qué hacer y me cuesta mucho decidir. Esta noche me he visto paseando por el pasillo con el niño en brazos, ardiendo, sin saber qué hacer. Y mientras dudaba, paseaba por el pasillo, y venga a pasear, no sé si esperaba que milagrosamente Papi apareciera por la puerta. Hoy vengo a trabajar agotada, y como os decía al principio, con el ánimo bajito. Lo paso fatal de ver a mi niño malito, y echo muchísimo de menos a Papi, aunque intento no hacérselo notar demasiado para que no se sienta aún más preocupado. Pero se me hace un mundo!!
Hoy la semana ha empezado muy cuesta arriba, nos quedan 2 noches más de estar sin Papi y creo que serán igual de moviditas que la de hoy, o al menos eso es lo más positivo que soy capaz de pensar en este momento. Hoy me voy a permitir un donut de chocolate a media mañana, a ver si me animo ;-)
miércoles, 24 de julio de 2013
El misterio del chupete desaparecido
Esta semana estoy un poco espesa y falta de inspiración para escribir. Se me está haciendo largo este mes, ya queda poco para las vacaciones pero parece que no llegan nunca! Se me está haciendo muy cuesta arriba.
Así que esta entrada es muy ligerita, para contaros la tarde tan buena que pasamos ayer, y además una anécdota graciosa que no quiero que se me olvide.
Ayer fuimos a visitar a unos amigos, que se han mudado durante los meses de verano a casa de otros amigos suyos, que tienen 5 hijos y viven en un chalet individual. Total, que fuimos a dicho chalet a pasar la tarde. Cuando llegamos...ohhhhhhhh!!! el paraíso de los niños!! Imaginaos un chalet individual donde viven 5 niños pequeños. Piscina con todo tipo de objetos flotantes (tablas, churros, flotadores...), piscina hinchable para los más peques, arenero, cama elástica (wow!!), todo tipo de motos, patinetes, coches, correpasillos, columpio, balancín, casita de jardín....Sueño con tener una casa así!! Yo, que vivo en un piso sin terraza, sin jardines, ni piscina, ni zona infantil, ni ná. Sueño con vivir en una casita con algo de jardín, con tener columpios y piscina hinchable, con tener un huertecillo (en esta casa lo había), una barbacoa...Ainsss...mi sueño dorado.
Fue mejor que pasar la tarde en un parque temático. Teníamos al Gnomito estresao. Ahora a la piscina, ahora a la moto, ahora a la cama elástica, ahora monta en este coche, ahora gatea libremente por el patio donde había un total de 8 niños, prueba unos "fritos barbacoa", más moto, pelota, métete en la casita....Estaba en su salsa y encantado de la vida.
Menos mal que nos llevamos el pijama y el bibe de cena...porque a la vuelta en el coche cayó frito como un angelito. La verdad es que disfrutamos todos mucho, los niños, y los mayores por pasar un rato de charla entre amigos viendo cómo nuestros hijos se lo pasan en grande.
Y ya de vuelta a casa, sacamos al Gnomito del coche y le echamos en su cuna y el pobrecito ni se inmutó. Pero al rato, le oí llorar y fui a su cuarto, le quité el chupete, lo dejé sobre la cama, y le di agua. Mientras bebía como si no hubiera un mañana, me senté en la cama. Cuando terminó, fui a ponerle el chupete y no lo encontraba. Miré sobre la cama. Nada. Por el suelo. No. Busqué otro chupete para el Gnomito y le acosté, pero yo seguí buscando el dichoso chupete. Debajo de la cuna. Nada. Empecé a palpar toda la cama con las manos por si estaba ahí y por una trampa de mis ojos yo no lo veía. Nada. Ya medio loca me dí por vencida, salí del cuarto y me encuentro con Papi. Jolín, he perdido un chupete, no lo encuentro por ningún lado, bueno, ya aparecerá. Y me giro para irme a la cocina. Entonces me dice Papi: Ya lo he encontrado. Sí? Donde?!!
LO LLEVABA YO PEGADO EN EL CULO!!
Menuda risa nos pegamos, madre mía. Enseguida pensé en escribirlo en el blog, me reí tanto que no quiero olvidarlo!!
Así que esta entrada es muy ligerita, para contaros la tarde tan buena que pasamos ayer, y además una anécdota graciosa que no quiero que se me olvide.
Ayer fuimos a visitar a unos amigos, que se han mudado durante los meses de verano a casa de otros amigos suyos, que tienen 5 hijos y viven en un chalet individual. Total, que fuimos a dicho chalet a pasar la tarde. Cuando llegamos...ohhhhhhhh!!! el paraíso de los niños!! Imaginaos un chalet individual donde viven 5 niños pequeños. Piscina con todo tipo de objetos flotantes (tablas, churros, flotadores...), piscina hinchable para los más peques, arenero, cama elástica (wow!!), todo tipo de motos, patinetes, coches, correpasillos, columpio, balancín, casita de jardín....Sueño con tener una casa así!! Yo, que vivo en un piso sin terraza, sin jardines, ni piscina, ni zona infantil, ni ná. Sueño con vivir en una casita con algo de jardín, con tener columpios y piscina hinchable, con tener un huertecillo (en esta casa lo había), una barbacoa...Ainsss...mi sueño dorado.
Fue mejor que pasar la tarde en un parque temático. Teníamos al Gnomito estresao. Ahora a la piscina, ahora a la moto, ahora a la cama elástica, ahora monta en este coche, ahora gatea libremente por el patio donde había un total de 8 niños, prueba unos "fritos barbacoa", más moto, pelota, métete en la casita....Estaba en su salsa y encantado de la vida.
Menos mal que nos llevamos el pijama y el bibe de cena...porque a la vuelta en el coche cayó frito como un angelito. La verdad es que disfrutamos todos mucho, los niños, y los mayores por pasar un rato de charla entre amigos viendo cómo nuestros hijos se lo pasan en grande.
Y ya de vuelta a casa, sacamos al Gnomito del coche y le echamos en su cuna y el pobrecito ni se inmutó. Pero al rato, le oí llorar y fui a su cuarto, le quité el chupete, lo dejé sobre la cama, y le di agua. Mientras bebía como si no hubiera un mañana, me senté en la cama. Cuando terminó, fui a ponerle el chupete y no lo encontraba. Miré sobre la cama. Nada. Por el suelo. No. Busqué otro chupete para el Gnomito y le acosté, pero yo seguí buscando el dichoso chupete. Debajo de la cuna. Nada. Empecé a palpar toda la cama con las manos por si estaba ahí y por una trampa de mis ojos yo no lo veía. Nada. Ya medio loca me dí por vencida, salí del cuarto y me encuentro con Papi. Jolín, he perdido un chupete, no lo encuentro por ningún lado, bueno, ya aparecerá. Y me giro para irme a la cocina. Entonces me dice Papi: Ya lo he encontrado. Sí? Donde?!!
LO LLEVABA YO PEGADO EN EL CULO!!
Menuda risa nos pegamos, madre mía. Enseguida pensé en escribirlo en el blog, me reí tanto que no quiero olvidarlo!!
viernes, 19 de julio de 2013
Los abuelos son un tesoro
Ya los he mencionado muchas veces en el blog, pero es que son el tesoro de esta familia que formamos Papi, El Gnomito y yo. Ellos nos hacen la vida más fácil. Ellos adoran a nuestro niño.
Creo que somos muy afortunados, primero por tener a los 4 abuelos, y encima jóvenes y bien de salud. Segundo por tenerles cerca, en nuestro mismo pueblo. Tercero, porque ya no trabajan ninguno de los 4 y tienen ganas de ayudarnos con el pequeñín. Y cuarto, porque encima de todo esto, se llevan fenomenal entre ellos.
Ya en el primer mes de vida del Gnomito, nos ayudaron muchísimo. ¿Cómo? Pues trayéndonos el tupper con la comida, todos los días. De vez en cuando planchándonos la ropa pendiente. Comprándonos el pan o alguna otra cosilla que nos hiciera falta. Estando pendientes del niño mientras yo me daba una ducha, pero ducha de las buenas, con pelo y crema hidratante. Nunca han sido abuelos de venir solo a ver al niño y encima tener que ponerles el café. Si han hecho visitas de ese tipo ha sido porque nosotros no les hemos dejado hacer nada, pero siempre vienen dispuestos a ayudar en algo. Ese primer mes de comidas caseras solo para calentar en el microondas, fue un regalazo.
Después ya nos fuimos apañando nosotros solos y ya no era necesario ni traer comida, ni darme tiempo para ducharme, ni plancharnos la ropa...ya nos fuimos organizando mejor. Aún así, TODOS y cada uno de los días de mi baja maternal, he quedado con las dos abuelas para dar un paseo, hacer recados, tomar un café...Alguna excepción ha habido, algún día hice algo por mi cuenta pero habrá sido un 2% de los días.
A alguna se os estarán poniendo los pelos de punta, seguro. Yo también me agobiaba a veces. A las 10 de la mañana en punto siempre sonaba mi teléfono, siempre era alguna abuela "qué HACEMOS hoy?". HACEMOS?? El Gnomito y yo vamos a hacer nosequé, ¿y tú?. Esto es lo que sonaba en mi cabeza. Pero en mi boca sonaba "Pues pensaba salir a dar un paseo. Nos vemos?".
Intento no pensar en mi, sino en mi hijo. Lo que para mi es una abuela achuchona, babosa, besucona y gritona, para mi hijo son besos, abrazos, cariño, y un amor infinito. A él no le importa oler a babas de abuela porque le han besuqueado toda la cara. A él le encanta todo lo que le dice su abuelo a pesar de que tiene un vozarrón que parece que se ha tragado un altavoz. Le encanta que le achuche su otro abuelo a pesar de que pincha mucho con la barba.
Los abuelos, no sé si es por la edad, o por el largo camino que llevan ya recorrido, o porque ya no tienen prisa por nada, el caso es que tienen una paciencia infinita. Paciencia para conseguir dormir al Gnomito cuando nosotros ya hemos intentado todo. Paciencia para conseguir que cogiera el biberón cuando volví a trabajar. Paciencia para darle de comer los días que se ofusca y no hay quien le abra la boca. Paciencia cuando se harta de ir en el carro y quiere brazos. Paciencia cuando quiere pasarse las horas muertas andando agarrado de las manos. Todo ello siempre con una sonrisa.
Gracias a ellos, Papi y yo hemos podido disfrutar de algunos momentos en pareja. Gracias a ellos, Papi y yo estamos tranquilos si un día surge algo en el trabajo y volvemos más tarde a casa. Gracias a ellos Papi y yo nos vamos tranquilos a trabajar cada mañana. Gracias a ellos, vemos a nuestro hijo sonreír en cuanto entra por la puerta de su casa.
Por todo esto siento una inmensa gratitud hacia los abuelos de mi Gnomito, los abuelos V y M, y los abuelos V y J. Sois el tesoro de nuestra pequeña familia.
Os queremos mucho.
Creo que somos muy afortunados, primero por tener a los 4 abuelos, y encima jóvenes y bien de salud. Segundo por tenerles cerca, en nuestro mismo pueblo. Tercero, porque ya no trabajan ninguno de los 4 y tienen ganas de ayudarnos con el pequeñín. Y cuarto, porque encima de todo esto, se llevan fenomenal entre ellos.
Ya en el primer mes de vida del Gnomito, nos ayudaron muchísimo. ¿Cómo? Pues trayéndonos el tupper con la comida, todos los días. De vez en cuando planchándonos la ropa pendiente. Comprándonos el pan o alguna otra cosilla que nos hiciera falta. Estando pendientes del niño mientras yo me daba una ducha, pero ducha de las buenas, con pelo y crema hidratante. Nunca han sido abuelos de venir solo a ver al niño y encima tener que ponerles el café. Si han hecho visitas de ese tipo ha sido porque nosotros no les hemos dejado hacer nada, pero siempre vienen dispuestos a ayudar en algo. Ese primer mes de comidas caseras solo para calentar en el microondas, fue un regalazo.
Después ya nos fuimos apañando nosotros solos y ya no era necesario ni traer comida, ni darme tiempo para ducharme, ni plancharnos la ropa...ya nos fuimos organizando mejor. Aún así, TODOS y cada uno de los días de mi baja maternal, he quedado con las dos abuelas para dar un paseo, hacer recados, tomar un café...Alguna excepción ha habido, algún día hice algo por mi cuenta pero habrá sido un 2% de los días.
A alguna se os estarán poniendo los pelos de punta, seguro. Yo también me agobiaba a veces. A las 10 de la mañana en punto siempre sonaba mi teléfono, siempre era alguna abuela "qué HACEMOS hoy?". HACEMOS?? El Gnomito y yo vamos a hacer nosequé, ¿y tú?. Esto es lo que sonaba en mi cabeza. Pero en mi boca sonaba "Pues pensaba salir a dar un paseo. Nos vemos?".
Intento no pensar en mi, sino en mi hijo. Lo que para mi es una abuela achuchona, babosa, besucona y gritona, para mi hijo son besos, abrazos, cariño, y un amor infinito. A él no le importa oler a babas de abuela porque le han besuqueado toda la cara. A él le encanta todo lo que le dice su abuelo a pesar de que tiene un vozarrón que parece que se ha tragado un altavoz. Le encanta que le achuche su otro abuelo a pesar de que pincha mucho con la barba.
Los abuelos, no sé si es por la edad, o por el largo camino que llevan ya recorrido, o porque ya no tienen prisa por nada, el caso es que tienen una paciencia infinita. Paciencia para conseguir dormir al Gnomito cuando nosotros ya hemos intentado todo. Paciencia para conseguir que cogiera el biberón cuando volví a trabajar. Paciencia para darle de comer los días que se ofusca y no hay quien le abra la boca. Paciencia cuando se harta de ir en el carro y quiere brazos. Paciencia cuando quiere pasarse las horas muertas andando agarrado de las manos. Todo ello siempre con una sonrisa.
Gracias a ellos, Papi y yo hemos podido disfrutar de algunos momentos en pareja. Gracias a ellos, Papi y yo estamos tranquilos si un día surge algo en el trabajo y volvemos más tarde a casa. Gracias a ellos Papi y yo nos vamos tranquilos a trabajar cada mañana. Gracias a ellos, vemos a nuestro hijo sonreír en cuanto entra por la puerta de su casa.
Por todo esto siento una inmensa gratitud hacia los abuelos de mi Gnomito, los abuelos V y M, y los abuelos V y J. Sois el tesoro de nuestra pequeña familia.
Os queremos mucho.
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"Lo único mejor que tenerte como madre, es que mis hijos te tienen como abuela" |
martes, 16 de julio de 2013
Volver al trabajo
Ya llevo 4 meses y 26 dias trabajando desde que teminé mi baja maternal+lactancia+vacaciones. Ya veo muy, muy lejano aquel tiempo de levantarnos a las 9, de salir a pasear por la mañana y tomar café con las abuelas sobre las 11. De comer deprisa y corriendo en el ratito que el peque me deje. De dormir la siesta con mi Gnomito mientras esperamos a que Papi vuelva del trabajo.
Lo cierto es que soy afortunada de tener un trabajo al que volver, y además, la fecha en la que nació mi niño me cuadró fenomenal para no gastar las vacaciones de 2012 y poderlas acoplar a la baja maternal. Me incorporé a trabajar cuando el Gnomito tenía casi 6 meses.
Un mes antes, en plena lactancia materna exclusiva, pensamos que sería bueno que nuestro bebé supiera lo que es un biberón, con leche materna extraída, pero que se fuera acostumbrando al bibe para cuando las abuelas tuvieran que dárselo. Así que un buen día, después de unos cuantos meses de estar el 100% del tiempo pegada a mi pequeño, decidí asistir SOLA a una merienda con mis compañeras de trabajo, para hacernos el regalo del amigo invisible que hacemos para Reyes. Estuve fuera de casa 3 horas. Le dejé a Papi un biberón con leche materna, por si el peque tenía hambre.
Ya de vuelta a casa, fue meter la llave en el portal y empecé a escuchar los berridos de mi cachorrillo. Subí hasta mi casa corriendo por las escaleras, volando casi! yo creo que ya me iba sacando la teta y todo por la escalera. Y me encuentro al niño hipando del disgusto, a Papi pálido y descompuesto, y el bibe....enterito. El Gnomito tenía hambre y por sus mini-coj...*%&"$** no había querido tomar leche en el biberón. Al parecer llevaba berreando 1 hora ante la desesperación de Papi que ni con bibe, chupete, canciones o distracciones varias había conseguido calmarle. Fue ponerle al pecho y hasta volteó los ojillos de placer. El pobre Papi no había querido llamarme para no amargarme mi primera escapada, y a su vez con la esperanza de que enseguida se calmaría.
Fue ahí cuando empecé a ser consciente de que en pocas semanas tendría que volver a trabajar, y me horrorizaba pensar que mi niño no comiera, y no solo eso, sino que estuviera con un berrinche así hasta que yo llegara. Así que nos entró la neura de intentar que el niño cogiera el biberón. Fueron varios intentos. Yo me tenía que esconder en alguna habitación para que ni me viera ni me oliera, y Papi se comía el marrón. Porque era un marrón. Era berrinche asegurado. Intentamos con mil tipos distintos de bibe. Incluso con un chupete de esos de dar medicinas. Y nada.
Decidimos empezar con la cuchara. Aquí ya estábamos a dos semanas de mi incorporación. Le introduciríamos los cereales sin gluten y haríamos un poco de papilla. Esto funcionó mejor, aunque comer, no comía mucho, pero bueno, algo le entraba. Al menos esto me sirvió de consuelo pensando que durante mis horas de trabajo alguna cucharadita de cereales se tomaría, que no se iba a morir de hambre vamos.
En ese momento no contaba yo con la INMENSA CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN que tiene nuestro bebé.
He de decir, que tras todas las penurias pasadas con el biberón y la cuchara, al tercer día de mi incorporación el Gnomito tomaba biberones que daba gloria verlo. Y encima los de Mercadona, después de haber probado los bibes más sofisticados que imitan el pezón materno.
Otro punto crítico. ¿Quién cuidaría a nuestro bebé? Este punto estaba claro desde el test de embarazo casi. Las abuelas. Tenemos a las dos abuelas cerca, disponibles, y deseando cuidar del Gnomito. En mi infancia siempre tuve una abuela preferida. Mi yaya. La otra era mi abuela, pero mi prefe era la Yaya. La que siempre nos cuidaba, la que siempre estaba cerca. La otra vivía en el pueblo y la veíamos mucho menos. Yo no quería una abuela preferida para mi niño. Ya que las tiene a las dos cerca, queríamos que las dos fueran igual. Así que se lo turnarían, una semana cada una. Teníamos nuestras dudas de que el cambio semanal de abuela y de casa fuera un trastorno.
Una vez más, el Gnomito nos sorprendió con su INMENSA CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN. Come, duerme, juega y está feliz en las dos casas y con sus 4 abuelos.
Para nosotros no había mejor opción que esa. Las abuelas conocen perfectamente al niño desde que nació. He quedado con ellas cada día durante mi baja. Me daba una tranquilidad enorme dejar a mi hijo con ellas.
De hecho, el día de mi vuelta al trabajo no lloré. Me fui contenta, con ganas de reencontrarme con mis compañeros, hasta me compré ropa nueva y material de oficina chulo (bolis de colores, post it bonitos)...como si fuera la vuelta al cole. En el coche mientras iba de camino iba con la música altísima y cantando (cosa que llevaba meses sin hacer porque siempre llevaba al Gnomito conmigo). Y acompañada de mi saca-leches, of course.
Porque íbamos a seguir con lactancia materna. Porque queríamos que los biberones que le dieran las abuelas fueran de mi leche. Así que más o menos a la mitad de la jornada, me disponía a sacarme leche para mi niño. La estampa no tiene desperdicio. La menda encerrada en un vater. Sentada sobre el mismo, tetas al aire, movil sobre la cisterna (para controlar el tiempo que llevaba ahí dentro...y por si alguien del curro me reclamaba). Durante unas semanas todo fue bien, me sacaba suficiente leche para las tomas del día. Pero poco a poco la producción fue disminuyendo. Cada vez tardaba más en conseguir un bibe. Y no podía ausentarme de mi sitio tanto tiempo. Había decidido disfrutar mi permiso de lactancia acumulado a mi baja y ahora no era justo estarme una hora metida en el baño sacándome leche. Así que al mes de incorporarme, dejé de sacarme leche en el trabajo.
Aún así nuestra lactancia siguió unos meses más, aunque ya fuimos introduciendo leche de fórmula, cereales, verduras, frutas...y como ya he contado en mi entrada sobre la lactancia, a los 8 meses y medio dimos por finalizada nuestra feliz lactancia.
El balance de mi vuelta al trabajo es positivo. Necesitaba esa parcelita de pensar en otras cosas además de pañales, purés, horas de siesta, etc. Necesitaba el contacto con el mundo adulto. Necesitaba tener otras responsabilidades además de cuidar de mi bebé. Tenía ganas de arreglarme. Muchos días durante mi baja acababa cansada de bebé, suena fatal, lo sé, pero estoy segura de que a muchas os pasa también. Ahora salgo pitando cada día deseando encontrarme con mi niño y disfrutarle toda la tarde, salir a la calle, jugar, bañarle, darle la cena...Por suerte a las 5 de la tarde ya estoy en casa (ahora en verano hasta como en casa), así que tengo toda la tarde por delante para estar con él.
Es cierto que te pierdes cosas. El primer gateo del Gnomito lo vio mi suegra. Yo lo supe por teléfono. Me dolió perderme ese momento. Pero intento normalizarlo y no dramatizar. Me pasará con muchas otras cosas.¿Cuando vaya al colegio? Habrá un primer día en el que escribirá su nombre. O enceste un balón. O coma fabada. Qué se yo. No podemos estar encima de nuestros hijos toda la vida y a cada momento.
Así que disfrutaré de sus primeras veces CON NOSOTROS. Es decir, el primer gateo de su vida fue en casa de la abuela...pero por la tarde nosotros le vimos gatear por primera vez, y con eso me quedo.
Mi conclusión es que cada uno tiene sus circunstancias en la vida. En mi caso me toca volver al trabajo. Me perderé cosas, pero podré darle otras gracias a tener un trabajo. Creo que hay que tratar de aceptar cuanto antes cuáles son tus circunstancias y aprender de esa CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN que tienen los bebés, y sobre todo no dramatizar.
Es curioso que este post lo escriba hoy, día en el que a mi niño le ha salido su primer diente....y yo lo haya sabido por teléfono porque la primera en darse cuenta ha sido la abuela....
Lo cierto es que soy afortunada de tener un trabajo al que volver, y además, la fecha en la que nació mi niño me cuadró fenomenal para no gastar las vacaciones de 2012 y poderlas acoplar a la baja maternal. Me incorporé a trabajar cuando el Gnomito tenía casi 6 meses.
Un mes antes, en plena lactancia materna exclusiva, pensamos que sería bueno que nuestro bebé supiera lo que es un biberón, con leche materna extraída, pero que se fuera acostumbrando al bibe para cuando las abuelas tuvieran que dárselo. Así que un buen día, después de unos cuantos meses de estar el 100% del tiempo pegada a mi pequeño, decidí asistir SOLA a una merienda con mis compañeras de trabajo, para hacernos el regalo del amigo invisible que hacemos para Reyes. Estuve fuera de casa 3 horas. Le dejé a Papi un biberón con leche materna, por si el peque tenía hambre.
Ya de vuelta a casa, fue meter la llave en el portal y empecé a escuchar los berridos de mi cachorrillo. Subí hasta mi casa corriendo por las escaleras, volando casi! yo creo que ya me iba sacando la teta y todo por la escalera. Y me encuentro al niño hipando del disgusto, a Papi pálido y descompuesto, y el bibe....enterito. El Gnomito tenía hambre y por sus mini-coj...*%&"$** no había querido tomar leche en el biberón. Al parecer llevaba berreando 1 hora ante la desesperación de Papi que ni con bibe, chupete, canciones o distracciones varias había conseguido calmarle. Fue ponerle al pecho y hasta volteó los ojillos de placer. El pobre Papi no había querido llamarme para no amargarme mi primera escapada, y a su vez con la esperanza de que enseguida se calmaría.
Fue ahí cuando empecé a ser consciente de que en pocas semanas tendría que volver a trabajar, y me horrorizaba pensar que mi niño no comiera, y no solo eso, sino que estuviera con un berrinche así hasta que yo llegara. Así que nos entró la neura de intentar que el niño cogiera el biberón. Fueron varios intentos. Yo me tenía que esconder en alguna habitación para que ni me viera ni me oliera, y Papi se comía el marrón. Porque era un marrón. Era berrinche asegurado. Intentamos con mil tipos distintos de bibe. Incluso con un chupete de esos de dar medicinas. Y nada.
Decidimos empezar con la cuchara. Aquí ya estábamos a dos semanas de mi incorporación. Le introduciríamos los cereales sin gluten y haríamos un poco de papilla. Esto funcionó mejor, aunque comer, no comía mucho, pero bueno, algo le entraba. Al menos esto me sirvió de consuelo pensando que durante mis horas de trabajo alguna cucharadita de cereales se tomaría, que no se iba a morir de hambre vamos.
En ese momento no contaba yo con la INMENSA CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN que tiene nuestro bebé.
He de decir, que tras todas las penurias pasadas con el biberón y la cuchara, al tercer día de mi incorporación el Gnomito tomaba biberones que daba gloria verlo. Y encima los de Mercadona, después de haber probado los bibes más sofisticados que imitan el pezón materno.
Otro punto crítico. ¿Quién cuidaría a nuestro bebé? Este punto estaba claro desde el test de embarazo casi. Las abuelas. Tenemos a las dos abuelas cerca, disponibles, y deseando cuidar del Gnomito. En mi infancia siempre tuve una abuela preferida. Mi yaya. La otra era mi abuela, pero mi prefe era la Yaya. La que siempre nos cuidaba, la que siempre estaba cerca. La otra vivía en el pueblo y la veíamos mucho menos. Yo no quería una abuela preferida para mi niño. Ya que las tiene a las dos cerca, queríamos que las dos fueran igual. Así que se lo turnarían, una semana cada una. Teníamos nuestras dudas de que el cambio semanal de abuela y de casa fuera un trastorno.
Una vez más, el Gnomito nos sorprendió con su INMENSA CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN. Come, duerme, juega y está feliz en las dos casas y con sus 4 abuelos.
Para nosotros no había mejor opción que esa. Las abuelas conocen perfectamente al niño desde que nació. He quedado con ellas cada día durante mi baja. Me daba una tranquilidad enorme dejar a mi hijo con ellas.
De hecho, el día de mi vuelta al trabajo no lloré. Me fui contenta, con ganas de reencontrarme con mis compañeros, hasta me compré ropa nueva y material de oficina chulo (bolis de colores, post it bonitos)...como si fuera la vuelta al cole. En el coche mientras iba de camino iba con la música altísima y cantando (cosa que llevaba meses sin hacer porque siempre llevaba al Gnomito conmigo). Y acompañada de mi saca-leches, of course.
Porque íbamos a seguir con lactancia materna. Porque queríamos que los biberones que le dieran las abuelas fueran de mi leche. Así que más o menos a la mitad de la jornada, me disponía a sacarme leche para mi niño. La estampa no tiene desperdicio. La menda encerrada en un vater. Sentada sobre el mismo, tetas al aire, movil sobre la cisterna (para controlar el tiempo que llevaba ahí dentro...y por si alguien del curro me reclamaba). Durante unas semanas todo fue bien, me sacaba suficiente leche para las tomas del día. Pero poco a poco la producción fue disminuyendo. Cada vez tardaba más en conseguir un bibe. Y no podía ausentarme de mi sitio tanto tiempo. Había decidido disfrutar mi permiso de lactancia acumulado a mi baja y ahora no era justo estarme una hora metida en el baño sacándome leche. Así que al mes de incorporarme, dejé de sacarme leche en el trabajo.
Aún así nuestra lactancia siguió unos meses más, aunque ya fuimos introduciendo leche de fórmula, cereales, verduras, frutas...y como ya he contado en mi entrada sobre la lactancia, a los 8 meses y medio dimos por finalizada nuestra feliz lactancia.
El balance de mi vuelta al trabajo es positivo. Necesitaba esa parcelita de pensar en otras cosas además de pañales, purés, horas de siesta, etc. Necesitaba el contacto con el mundo adulto. Necesitaba tener otras responsabilidades además de cuidar de mi bebé. Tenía ganas de arreglarme. Muchos días durante mi baja acababa cansada de bebé, suena fatal, lo sé, pero estoy segura de que a muchas os pasa también. Ahora salgo pitando cada día deseando encontrarme con mi niño y disfrutarle toda la tarde, salir a la calle, jugar, bañarle, darle la cena...Por suerte a las 5 de la tarde ya estoy en casa (ahora en verano hasta como en casa), así que tengo toda la tarde por delante para estar con él.
Es cierto que te pierdes cosas. El primer gateo del Gnomito lo vio mi suegra. Yo lo supe por teléfono. Me dolió perderme ese momento. Pero intento normalizarlo y no dramatizar. Me pasará con muchas otras cosas.¿Cuando vaya al colegio? Habrá un primer día en el que escribirá su nombre. O enceste un balón. O coma fabada. Qué se yo. No podemos estar encima de nuestros hijos toda la vida y a cada momento.
Así que disfrutaré de sus primeras veces CON NOSOTROS. Es decir, el primer gateo de su vida fue en casa de la abuela...pero por la tarde nosotros le vimos gatear por primera vez, y con eso me quedo.
Mi conclusión es que cada uno tiene sus circunstancias en la vida. En mi caso me toca volver al trabajo. Me perderé cosas, pero podré darle otras gracias a tener un trabajo. Creo que hay que tratar de aceptar cuanto antes cuáles son tus circunstancias y aprender de esa CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN que tienen los bebés, y sobre todo no dramatizar.
Es curioso que este post lo escriba hoy, día en el que a mi niño le ha salido su primer diente....y yo lo haya sabido por teléfono porque la primera en darse cuenta ha sido la abuela....
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