Realmente estoy feliz siendo mamá, y si miro mi maternidad en general, lo veo como lo mejor que me ha pasado en la vida, lo que más me llena, lo que más me hace feliz. Pero es cierto, que, si miro con lupa mi día a día, hay momentos oscuros, puntos negros y cosas feas que, en una visión global no se ven, pero en el día a día sí. Así que he pensado ir contando algunos puntos oscuros de lo que está siendo mi maternidad, porque es bonito que en el futuro recuerde lo bueno...pero lo malo está ahí, es parte de todo el cotarro, y también creo que es digno de recordar.
Ya hablé en una ocasión de que el Gnomito no es un gran dormidor, podéis recordarlo aquí. Pues bien, sigue sin serlo. Es verdad que hemos mejorado algo, que las noches tranquilas van siendo más frecuentes, pero noches malas, sigue habiendo. Madrugones, los hay, y muy a menudo (madrugón = despertarse a las 6:30 o incluso antes en algunas ocasiones). Cuando oigo al Gnomito por el intercomunidador que empieza a llorar, siempre miro la hora. Las 5:50. Un fuego me sube por dentro, me entran los nervios y los 7 males. Ya sé que el día va a ser duro. El Gnomito a esa hora lleva ya 9 horas durmiendo, que no son las ideales para un niño de un año...pero para él son suficientes. Si voy yo a atenderle ya sé que no se va a volver a dormir. No sé qué efecto causo en él que es verme a mi, y ponerse las pilas a tope. Por tanto es el pobre Papi el que, si el despertar es a estas horas, se encarga del pequeño insomne, porque es como Cocodrilo Dundee hipnotizando a las vacas...lo que a mi me cuesta media hora larga, Papi lo consigue solo con aparecer por la puerta. Consigue que se duerma otro rato (rato = 15 minutos). Y así vamos, entre sueñecillos de 15 minutos, hasta que ya a las 7 o así dice que ya no se duerme más, que ni hipnosis paterna ni ná. Es entonces, a las 7 de la mañana, cuando Papi se va a trabajar, y Mami se queda "sola ante el peligro".
Porque os contaré que como el Gnomito y yo nos quedemos solos y ambos despiertos, el estrés está asegurado. Me tengo que meter al niño en el baño, y ducharme con la mampara abierta porque si la cierro se cree que me he colado por el desagüe o algo así, porque llora y chilla desconsolado. Así que abro la mampara y me enjabono mientras voy sacando todos los botes (o paquetes de compresas) que el Gmonito saca del armarito y mete dentro de la ducha, o tratando de evitar que el Gnomito se meta bajo el agua mientras, a la vez, intento no salpicar todo de agua. Cuando por fin termino, como imaginaréis prescindo de cremas y otras florituras, y como mucho y si me acuerdo, me echo desodorante, mientras tengo a un koala agarrado a mi pierna para que le coja en brazos.
Entre llantos varios (porque el día que madruga tanto está ñoño porque se ha quedado con sueño), los dibujos que pongan en el momento, y dejarle jugar con la escobilla del váter...consigo vestirme y estirar un poco la cama. Vestirle a él y tratar de desayunar, un vaso de zumo aunque sea. En días así, como la ley de Murphy es infalible, suele hacerse caca en el momento justo de salir por la puerta y con la hora pegada.
Aunque es divertido encontrar la anecdota en estos agobios de mami trabajadora que todas compartimos creo que el carácter general de tu blog, de las experiencias que cuentas tan enriquecedoras con tu peque son las que realmente recordarás en un futuro y las que te gustará tener escritas y releer una y otra vez en un futuro. No cambies ;-P
ResponderEliminarA mí también me pasa. Poco a poco hemos conseguido dominar las mañanas, pero porque me levanto sigilosamente antes que él para prepararme. En ocasiones, saboreo el bienestar de esos minutos de soledad y no me dan ganas de ir a despertarle. Si esto se tuerce tenemos caos asegurado y como vivo a dos minutos de la guarde le llevo enseguida y luego desayuno, aunque sea deprisa y corriendo pero a solas. Somos un poco #malasmadres pero nuestra supervivencia mental va en ello.
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