Siguiendo con la historia de la entrada anterior, nos fuimos de vacaciones a Estados Unidos, estuvimos 15 días recorriendo la Costa Oeste con un coche de alquiler. Lo disfrutamos muchísimo!
Unos días después de volver del viaje, me desperté en plena noche con un dolor de tripa espantoso. Nunca me había dolido así. Pensé (entre dolorida y adormilada) que necesitaba “evacuar”. Así que me senté en el WC…y me dio un mareo que casi me desmayo ahí sentada. Ya me preocupé y avisé a Papi. Empezamos a echar cuentas. Tenía un retraso. Pero no, era imposible. Esto es apendicitis o algo. Ya, pero, y “si es”? Pues “si es”, está en mal sitio fijo fijo, estar embarazada no puede doler tanto. A urgencias que nos fuimos.
Allí me dijeron que se veía un mini-punto que podría ser un embarazo, pero que esperara unos días a hacerme un test. Que no tenía apendicitis ni nada, que el dolor podría ser por eso, un posible embarazo. Al menos ese puntito estaba en su sitio, que yo ya me estaba imaginando una trompa reventada o algo así.
No tengo ni idea de cómo…logramos aguantar unos días sin hacernos un test. Al final nos lo hicimos y…bingo! Positivo.
Increíble. Habían pasado 2 años y 7 meses. Tratamientos de fertilidad fallidos. En lista de espera para continuar los tratamientos por la seguridad social. Y de repente estaba embarazada. Con “solo” hacer el amor con Papi, estaba embarazada!
La alegría fue tal, que lo pregonamos a los cuatro vientos. Antes incluso de hacernos la primera ecografía.
La cosa empezó torcida cuando en la primera eco nos dicen que estoy de menos tiempo del que, según mi última regla, debería estar. Habrás ovulado más tarde (me decía el gine). Me convenció a medias. Podía ser, puesto que al ser poliquística no sería raro que la ovulación no sea regular. Pero yo creía saber la noche exacta en que habíamos concebido. Esa noche especial en nuestro viaje por USA, en la que todo fue tan genial que, tenía que ser ESA noche. Y no me salían las cuentas.
El embarazo seguía su curso, pero en las ecografías el embrión tenía un tamaño de 5 semanas…cuando yo ya debería estar de 6, 7, 8….el tiempo pasaba, me hacían ecos y el embrión seguía siendo de 5-6 semanas. Mal rollo.
Un buen día empecé a manchar, y a partir de ahí vino el desenlace fatal. No entraré en detalles porque no quiero que este post se convierta en un drama. Esto lo tengo ya muy superado. Quiero pensar que mi Gnomito hizo un intento de venir al mundo, y no pudo ser. Prefiero pensar eso a pensar que aquel embarazo era otro hijo mío que está en el cielo. Aunque en su día fue duro. Tuvimos que pregonar a los cuatro vientos la mala noticia, igual que habíamos anunciado en su día la buena. Mandé X mensajes y apagué el móvil. No quería ni leer las respuestas de nuestros amigos y familia. En mi trabajo pedí que ni mencionaran el tema, como si nada hubiera pasado. Me sumí en la desesperanza, de pensar que me había costado 2 años y 7 meses quedarme y lo había perdido. ¿Cuánto tiempo pasaría hasta que me volviera a quedar?
Uf, qué final más traumático para este post. No, no quiero acabarlo así. Voy a acabar diciendo, que este estado de desesperanza duró poco tiempo. El milagro se hizo de nuevo.
Solo 2 meses después, el Gnomito volvió, esta vez para siempre!!!
Al leerte rememoro cuando mi amebilla intentó venir al mundo también por primera vez, sin conseguirlo... pero al final, ambos están aquí, junto a nosotras, y eso es lo único que realmente importa. :)
ResponderEliminarSomos muchas las que hemos pasado por ello, es duro, pero la recompensa es tan grande, que hasta merece la pena todo lo pasado!
EliminarA veces nos encontramos piedras, más bien pedruscos en el camino, sólo el tiempo nos hace superarlo, pero siempre merece la pena
ResponderEliminarTotalmente cierto Raquel. Gracias por comentar ;-)
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQue fuerza y que coraje has tenido!!.. me encanta leerte aunque me hagas llorar.. =)
ResponderEliminarNo pretendía hacer llorar con el post! es un capítulo que había que contar, y el final es feliz!
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