Llevábamos una racha de unos dos meses, muy muy saludables, yo no me atrevía ni a decirlo por si se rompía el encantamiento...pero con esta racha de ciclogénesis explosivas, una detrás de otra, es imposible no sucumbir a la visita de la familia moco! Eso sí, primero me visitó a mi, y luego dieron el salto al cuerpecillo de mi pequeñín.
Y el pecho, que es el punto débil del Gnomito, volvió a acoger a la familia moco al completo. Esta vez estamos tratándole un poco diferente a otras. El Ventolín y la Budesonida se habían convertido en medicamentos de andar por casa, que utilizábamos ya sin consultar al médico siquiera. Según le escuchábamos el pecho al niño, zasca! chute de ventolín. Y en el último catarro era ya muy frecuente que le diéramos ventolín. Consultamos al pediatra y nos recomendó no abusar del ventolín, ya que aumenta la frecuencia cardíaca (de ahí que los peques se activen tanto con él). Nos recomendó comprarnos un medidor de saturación de oxígeno, de esos que son como una pinza para el dedo, y que mientras mantenga la saturación por encima del 95%, no tenemos que preocuparnos demasiado. También, que nos hiciéramos con una máquina de aerosoles, una maquinita en la que echas agua o suero, se genera aerosol, y con una mascarilla se aspira y ayuda a licuar y expulsar los mocos. A pesar de los 100 euros que nos costaron las dos cosas, decidimos que valía la pena intentarlo, ya que el niño nos ha salido
"tosón" (expresión de mi amiga Almu, que me gusta porque describe perfectamente al Gnomito. Tosón=que a la mínima empieza con tos).
Una vez tenemos los cacharros en casa, ja! el Gnomito no nos lo iba a poner tan fácil!! Para que el oxímetro consiga medir, tiene que estar unos segundos con el dedo pillado, cosa que no siempre es fácil. Y la mascarilla con los aerosoles....debería tenerla puesta varios minutos....pero es imposible. A base de ponerle dibujos, va aguantando 30 segundos, se la quita, otros 30, se la quita, un par de aspiraciones, se la quita...y así voy insistiendo hasta que acaba hasta las narices y se me escapa para que no se la ponga más. Pero bueno, espero que mejoremos en esto.
La conclusión que saco es que el catarro evoluciona igual, usando ventolín, que aerosoles de agua. Así que, salvo ocasiones puntuales que tiene el pecho muy muy cargado, ya no le damos ventolín. Eso sí, visitamos al pediatra de vez en cuando para que le ausculten y nos confirme si es catarro normal, o algo más grave.
En esta ocasión estamos con catarro normal, pero con muuuucha tos!! Mira que tarda en irse la tos dichosa! A veces llega a vomitar por los ataques de tos y las flemas. Y eso que tiene el cabecero de la cuna levantado, humidificador y cebolla partida. No sé qué más puedo ponerle para quitarle esa tos de una vez!!
Además, veníamos observando que en estas épocas de mucha tos, le salen unos puntitos rojos en las mejillas, incluso en las orejas. Al día siguiente desaparecen algunas, y aparecen otras. El pediatra se lo vio y no supo decirnos qué era. Solo que le echáramos crema hidratante. Yo llegué incluso a pensar que le estaban saliendo pecas!
Hasta que por fin ayer cuando fuimos a recogerle a la guarde, su profesora nos dijo que había tosido mucho, y que se había llenado de
PETEQUIAS. Pete...quéeee??? Enseguida acudí al Dr. Google que me sacó de dudas. Aquí pego lo que he leído sobre las petequias, en cristiano (vamos, en un lenguaje que los mortales comunes somos capaces de entender), y que me ha dejado tranquila al respecto:
Si alguna vez a vuestros hijos, después de llorar, toser o vomitar con intensidad, les han salido unos puntitos rojos en cara y/o pecho, eso son las petequias de esfuerzo, completamente benignas.
Las petequias son pequeñas lesiones de color rojo, formadas cuando se daña un capilar, pequeños derrames vasculares cutáneos del tamaño de una cabeza de alfiler. Por lo general, se deben a la fragilidad de los capilares de la piel.
Debido al esfuerzo que el niño realiza al llorar, vomitar o toser (no siempre, sino en casos muy intensos), hay pequeños vasos sanguíneos que se rompen, y se pierde una pequeña cantidad de sangre, creando puntos rojos en la piel.
Dado que el esfuerzo de estos procesos se transmite a la cara, la localización de éstas suele ser en alrededor de los ojos y la boca, aunque en ocasiones también aparecen en el cuello o pecho.
Cualquier punto rojo en la piel no tiene por qué ser una petequia. La definición de petequia incluye dos datos fundamentales más: no existían antes, esto es, son de muy reciente aparición y, lo más importante, son extravasaciones de sangre (de ahí su color característico).