martes, 21 de julio de 2015

El nacimiento de Pulguita

Mi Pulguita nació el 2 de Noviembre de 2014. Llevaba unas semanas en observación, ya que venía baja de peso, incluso teniendo que guardar reposo relativo durante las últimas 3 semanas. Ya me diréis cómo se hace eso con un pequeñajo de 2 años correteando por casa, pero bueno. Incluso llegaron a "amenazarme" con un parto inducido en la semana 38 si la pequeña no ganaba peso. Pero lo ganó! por suerte! Así que finalmente dejaron que las cosas siguieran su curso y Pulguita eligiera el día en que quería nacer.

Físicamente era una primeriza, ya que como sabéis, el Gnomito nació por cesárea programada, con lo que nunca supe lo que era una contracción de parto. Hasta el 31 de Octubre de 2014. Sí, has leído bien. Todo empezó el 31 de Octubre aunque Pulguita nació el 2 de Noviembre. 48 horas de parto. Bueno, de parto para mi. Ya que en mis dos intentonas de ingresar en el hospital a que me anestesiaran por Dios y por la Virgen, me decían que no estaba de parto y que me volviera para casa.

Empecé un día a las 2 de la madrugada con contracciones. Dolorosillas, me obligaban a controlar la respiración y concentrarme en la contracción, pero eran llevaderas, las pasé tumbada en la cama y dormitaba entre una y otra. No eran muy seguidas, cada 20 o 30 minutos incluso se paraban una hora o dos, y luego seguían. Amaneció el 31 de Octubre y vestí al Gnomito de esqueleto para su fiesta de Halloween, entre dolorcillo y dolorcillo. Así pasé todo el día, bastante fastidiada porque iban doliendo cada vez más y me impedían descansar un rato. Por la tarde-noche ya eran cada 7-10 minutos y al llevar casi 24 horas con las contracciones, nos animamos a ir al hospital. Allí me dijeron lo que me temía. Que solo había borrado un 25% del cuello del útero, y no había dilatado nada. Que no estaba de parto y que me fuera para casa. Me lo tomé bien. De hecho fui más bien para ver cómo iba la cosa y hacerme una idea de si lo que tenía eran contracciones de parto o no. El Gnomito ya se quedó con los abuelos esa noche y nos fuimos a casa.

Pasé la noche entera con contracciones rítmicas cada 10 minutos. Ya no las soportaba tumbada, sino a gatas en la cama. No sé ni cómo, conseguía dormirme entre una y otra. Pasaba de estar completamente dormida a, de un brinco, ponerme a gatas en la cama y hacer las respiraciones que me habían enseñado. A mi lado Papi roncaba como un bendito. Llegó un punto que ya no aguantaba en la cama y me fui al salón donde me puse música relajante y me puse a botar en la pelota de Pilates. FATAAAAL. Con la ilusión que yo tenía puesta en la pelota! pues no aguantaba las contracciones en ella. A gatas. Esa era mi postura. Después me metí en la ducha, echándome agua bien caliente en la zona ovárica que era la que me dolía. No me calmaba mucho, pero bueno, aguanté unas cuantas contracciones más mientras registraba en una app del móvil las contracciones. A las 7 de la mañana consideré que ya era el momento de ir de nuevo al hospital, esta vez convencida de que la cosa había progresado y que ya me ingresarían.

Después de toda la noche de contracciones, había borrado el 50% del cuello. NADA MÁS. Ahí sí que me vine abajo. Llevaba dos noches sin apenas dormir por las contracciones, y solo había borrado el 50%??!! Me derrumbé, me puse a llorar suplicando que me lo indujeran (y tirando por tierra todo lo que yo tenía pensado para mi parto claro), me volví completamente irracional...ANESTESIAAAAAA YAAAAA POR DIOOOOS!.

Pero no sucumbieron a mis súplicas y muy amablemente me mandaron a casa de nuevo.

Pero no nos fuimos!! Nos quedamos paseando alrededor del hospital a ver si la cosa se aceleraba un poco. Seguía con contracciones fuertecillas, pero no cogían ritmo, a veces eran más frecuentes y a veces menos. Cuando ya nos cansamos de dar vueltas por el campo, decidimos ir a casa de los abuelos a estar con el Gnomito. Pero el pobre Gnomito se asustaba al verme doblarme y poner cara de dolor y me decía "mami, estás triste?".....así que su padre se lo llevó al parque y yo decidí echarme un rato en la cama de mis padres. Y allí estaba yo, cuando a la segunda contracción....SPLASSSSHHH!!! Rotura de aguas en toda regla. Qué alegría me llevé! Ya visionaba en mi cabeza mi ingreso y mi anhelada anestesia!!

Al momento de romper aguas las contracciones se aceleraron y se hicieron mucho más intensas. El viaje al hospital fue de película total, agarrándome al asiento, respirando rítmicamente fú, fú, fú y queriendo matar a Papi en cada badén o rotonda, pues me causaban más dolor.

Por fin ingresé, diciendo ya desde la misma recepción que yo quería anestesia. Me exploraron y estaba de 2 cm. En esos momentos me acordaba yo de esas mujeres que van al hospital a una revisión y les dicen "uy, te quedas ingresada, si estás de 5 cm y ni te has enterado!!". A mi me estaba doliendo cada milímetro de dilatación.

El hospital ese día estaba saturado, no podían darme paritorio, así como no podían anestesiarme hasta estar en un paritorio. Me iban dando largas, me mandaron a una habitación, para que pudiera meterme en la ducha. Luego en monitores infinitas veces. Yo no aguantaba las contracciones sentada en el sillón de monitores, así que cada dos por tres se me descolocaban las correas. Solo las soportaba de pie colgándome del brazo izquierdo de Papi. El pobre a veces me ofrecía el derecho. Pero no no, yo quería el izquierdo. Debió de acabar con agujetas!

Cuando por fin me dieron paritorio llegó el anestesista, me puso la epidural y del relax que me entró me dio por llorar. Me exploraron y estaba dilatada de 8 cm. Nunca creí que dilataría hasta ese punto a pelo. Estaba al límite de mis fuerzas, las últimas contracciones las pasé realmente mal, lloraba y todo. Creo que el factor psicológico tiene un papel fundamental en un parto. Si una está mentalizada y preparada para un parto natural, las sobrelleva mejor. Pero yo estaba mentalizada de que quería epidural, y el hecho de que me fueran dando largas una y otra vez, me mató. Me iban poniendo la zanahoria en la boca pero nunca la alcanzaba. Me decían "cuando dilates 3 cm te la ponemos" "cuando se te meta toda esta bolsa de suero te la ponemos" "cuando preparemos el paritorio te la ponemos".

Bueno, el caso, que una vez puesta la epidural ya respiré tranquila, pusimos música relajante, bajamos las luces, y pudimos descansar incluso dormitar un buen rato. Finalmente me exploraron y estaba completa. Así que empezamos el expulsivo. 3 HORAS EMPUJANDO!! Pero bueno, con lo pequeña que es esta Pulguita y la guerra que está dando!! Después de dos días con contracciones, dos noches sin dormir, y dilatar a pelo hasta los 8 cm, 3 horas de empujones ya fueron el remate final, me dejaron exhausta. La niña ya asomaba la cabeza pero faltaba que hiciera un giro final de cabeza, y no lo hacía. Yo ya me temía la cesárea...entonces me hablaron de usar ventosa, me dio hasta alegría.

Con la ventosa la niña sacó la cabeza de un empujón, y aquí empezó la parte más maravillosa de su nacimiento. Pude agarrar a mi hija con mis manos y terminar de sacarla de mi cuerpo, y ponérmela sobre el pecho. Fue maravilloso sentir su calorcito, su olor, su humedad. Ver sus ojitos abiertos como platos. Sus balbuceos, porque llorar no lloró. Pero todo estaba perfecto. No la movieron de mi pecho ni para cortar el cordón, ni para examinarla, ni limpiarla. En todo este momento bucólico al que luego volveré, he de hacer un inciso para comentar que en el momento del alumbramiento hubo un imprevisto. La ginecóloga tiró del cordón para ayudar a sacar la placenta, y el cordón se rompió. Tuvieron que extraerme la placenta con la mano. Y la pequeñísima episiotomía que me habían hecho por la ventosa, se desgarró. Pero bueno, finalmente todo quedó bien, y salí bastante airosa con solo 4 puntos.

 

 
 
Volviendo a mi y a mi hija en mi pecho. Pasado un rato desde su nacimiento, empezó aquello que tantas veces había leído y visto en vídeos, que me parecía increíble. Mi hija empezó a reptar por mi cuerpo, buscando el pecho con su pequeña boquita. Qué maravilla!! Hubo que ayudarla un poquito, pero a los pocos minutos se enganchó al pecho derecho y no paró de mamar en unos 45 minutos. Fue una sensación maravillosa.
Y como buena pulguita, pesó 2,680 kg, pequeñita, pero llena de vida y de energía.
Una experiencia muy diferente a la que había tenido con el Gnomito. La cesárea del Gnomito fue rápida e indolora. El parto de Pulguita largo y doloroso. Pero ese clímax final de sacar tú misma a tu hija y darle la bienvenida a la vida no la cambio por nada!!! Pasaría por ello mil veces!!

(Cómo se nota que han pasado casi 9 meses desde aquello....creo recordar que al día siguiente de dar a luz no decía lo mismo ;-))

 

1 comentario:

  1. Ayer en un probador oí a las dependientas "pues yo lo que le tengo miedo es al parto" y la segunda respondía "si luego se te olvida maja, mira luego encima algunas repetimos", y a la conversación se sumaron otras dos clientas... Pues lo que tu has dicho, que luego se olvida lo malo y merece la pena. Me encanta que hayas escrito tu experiencia y volver a leerte por aquí. Bsitos.

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